Explorar los fondos marinos de Ceuta es un privilegio que no
tiene prácticamente edad. Desde los doce años y hasta que el
título de submarinista y el certificado médico te lo permita
se puede participar en la ‘búsqueda del tesoro’ que organiza
el Club de Buceo Kraken, que ayer celebró su novena edición
en la playa del Chorrillo.
La actividad obedece a un mecanismo simple pero que exige
gran pericia por parte de los buzos participantes: se
arrojan al agua pequeños tarros rellenos de arena y con
derecho a un premio, que los buzos deben rastrear y
localizar en su inmersión marina. “No es una competición,
porque resulta muy complicada en este deporte, sino un
evento social, pero que sirve de prueba de orientación”,
explicó a este periódico el portavoz de Kraken, José María
Argüelles.
Cierto es que este año no ha acompañado el tiempo y los
temporales padecidos durante las navidades ha disuadido a
muchos submarinistas ceutíes de inscribirse en esta
actividad: esta edición sólo han participado veinte buzos
frente a la media de treinta y cinco de otras anteriores.
Sin embargo, la emoción también ha sido mayor por la
turbidez y escasa visibilidad del agua marina. De hecho, de
los veinte tarros que se arrojaron al agua sólo uno quedó
sin localizar, el que contenía el premio de un flash para
realizar fotografías submarinas.
La media de edad de los participantes, socios de alguno de
los varios clubes de buceo que existen en la ciudad, ha
rondado los treinta años. Como dato destacable se ha
encontrado este año la participación de un adolescente de
trece años junto a su padre, aunque ha faltado un buzo de
setenta años que es ya una institución en la práctica de
este deporte en Ceuta.
Entre los premios que entregó el mar a los participantes del
evento se encuentra un gps, una sonda marina, el referido
flash subacuático, material de buceo, dos trajes, máscaras,
un viaje para dos personas con coche, obsequio de Baleària,
o seis meses de cine gratis cedidos por Cinema 7.
Los submarinistas más experimentados lograron hacerse con
hasta tres tarros mientras otros menos duchos no localizaron
ninguno. Sin embargo, al no ser un evento competitivo, los
veinte premios se repartieron entre todos los participantes.
Ello ocurrió en el Restaurante del Club Náutico CAS, tras
confraternizar en el correspondiente almuerzo.
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