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OPINIÓN - DOMINGO, 3 DE ENERO DE 2010

 
OPINIÓN

Miscelánea semanal

Por Manuel de la Torre


LUNES. 28

Es el Día de los Santos Inocentes. Y, aunque las bromas de mal gusto han ido desapareciendo y también gran parte de las otras, recelo de una noticia que me llena de satisfacción: Mohamed Alí Amar, ‘Nayim’, ha sido nombrado segundo entrenador del Real Zaragoza. Porque así se lo ha propuesto José Aurelio Gay: ex compañero y actual entrenador del equipo maño. Mis dudas, sin embargo, se aclaran muy pronto. Ya que coincido con Nayim en la Avenida de Sánchez Prados y me confirma la buena nueva. Y le felicito. Puesto que no me cabe la menor duda de que esa designación le llega en el momento justo. Y ha hecho más que bien aceptándola. Y, desde luego, debo decir que a mí me gustaba Nayim como jugador y me ha caído siempre la mar de bien como persona. Por ser educado, atento y porque luce siempre buenas maneras. Uno le desea lo mejor en su nuevo cargo. Ah, no se olviden de que el ceutí sabe idiomas. Un complemento, muy importante, para que pueda desempeñar otras labores en el seno del equipo aragonés.

MARTES. 29

Lluvia y viento nos han concedido una tregua Navideña y yo me voy a pasear. Pues llevaba varios días sin poder darme mi vuelta por el centro de la ciudad. Y tengo la oportunidad de hallarme con Teodoro Ezequiel. Quien ha venido a pasar las fiestas a su tierra. A Teodoro lo tuve yo como compañero en esta Casa. Y confieso que siempre me sorprendió su voluntad de aprender como autodidacto que es. Ahora, al cabo de los años, cuando lleva ya varios disfrutando de un puesto en el Ministerio de Fomento, me cuenta que ya ha escrito su primera novela. Y que, en su afán por saber cada día más, lleva muchos meses estudiando narrativa en un centro madrileño. Y aprovechamos la ocasión para hablar de literatura. De nuestros gustos al respecto. Y, durante la charla, compruebo que Teodoro sigue entusiasmándose con la tarea de escribir. Un sentimiento que a buen seguro le seguirá proporcionando muchas satisfacciones. Y así se lo hago saber.

MIÉRCOLES. 30


Otra vez tengo que sacar en esta sección a Sergio Moreno. Y con todo merecimiento. Me explico: alguien necesita ayuda urgente y me pide que se lo diga a Sergio por si éste puede interceder por él. Y allá que me presento en la Delegación del Gobierno. Y, aunque el jefe de Gabinete está disfrutando de unos días de vacaciones, tengo la suerte de hallarlo en su despacho. Le pongo al tanto de la situación y a partir de ahí hace las llamadas oportunas hasta darme una buena noticia para la persona que espera ansiosa el resultado de la gestión. Luego, tras revisar varios papeles acumulados en su mesa, me invita a tomar el aperitivo en ‘Casa Ángel’. Especialidad en comida gallega. Establecimiento que está en Millán Astray. Y allí me encuentro con que el dueño del restaurante es Ángel Vilar. A quien conocí en los años noventa, como jefe de barra, en la que entonces era Cafetería Real. También puedo saludar a su hermana Maite. Ángel me dice que sus padres van a estar un año ayudándole a sacar adelante el negocio. Y le auguramos un futuro espléndido. Sobre todo si la cocina sigue funcionando de manera tan extraordinaria y el servicio no decae. Sitio, pues, recomendable.

JUEVES. 31

Tropiezo con Pepe Ríos en la plaza de los Reyes y, como buen madridista que es, se pone a contarme que ha pasado unos días en Madrid y que había estado en la ciudad deportiva de Valdebebas viendo como se entrenaba la plantilla del equipo de sus amores. Metidos en conversación futbolística estábamos, Pepe y yo, cuando se nos unió Manolo Gómez Hoyo. De modo que en cuanto el primero dijo adiós el segundo se quedó conmigo. Aunque la charla tomó otro rumbo. Al decirle yo que, como escuchante de la radio muy de mañana, había tenido la oportunidad el día anterior de darme cuenta de los aciertos que tiene Yolanda Bel como predictora de lluvias intensas y fuertes vientos. Y Manolo, siempre tan entregado a la causa de la consejera de Medio Ambiente y portavoz del Gobierno, no dudó en exclamar: ¡Es que Yolanda vale mucho...! Eso sí, lo que no le conté a Manolo es lo que momentos antes me habían dicho acerca de las relaciones entre Bel y Márquez. Vamos, que son inexistentes. Y la razón, según supe, es porque se odian sin miramientos desde hace ya mucho tiempo. Lo que sea sonará. Ah, Gómez Hoyo no dejó de mirar ni un instante al cielo. Y lo hacía sin disimular su satisfacción. Y es que, aunque con cierto retraso, los pantanos están ya a punto de desbordarse.

VIERNES. 1

Meses hacía que no le veía. Y pensé que el motivo de no coincidir en nuestro diario callejear, podría deberse a que Emilio Lamorena estaba disfrutando de su retiro costasoleño. Pero ayer por la noche, dos horas antes de la ceremonia de las uvas, recibí una llamada suya para felicitarme las fiestas y el día de mi santo que estaba a punto de serlo. Por tal motivo, sé que Emilio está pasando las Navidades en Ceuta. Y aprovechamos la ocasión para hablar de cuanto nos apetecía. Y también para intercambiarnos algunos cromos. Emilio, que siempre fue un buen lector de periódicos, tiene la buena costumbre de leer éste todos los días y fiestas de guardar. Y cuando, por cualquier motivo no se puede hacer con el periódico de papel, no tiene el menor inconveniente en llamar a su amigo, Pepe Sillero, para que éste le guarde los ejemplares que no haya obtenido. La conversación dio también para hablar de política. Faltaría más. Mas nuestras opiniones, en este caso, deben quedar almacenadas en la alacena de la memoria.

SÁBADO. 2

Un viejo conocido de cuando yo llegué a la ciudad me saluda en la plaza de la Constitución, desde cuyo puente nos ponemos a mirar hacia el Poblado Marinero –por cierto, una vista extraordinaria-, y con la retranca que le caracteriza me pregunta:

-¿Es verdad que dejarás de escribir en ‘El Pueblo de Ceuta’?

-¡Coño! ¿Y por qué?

-Porque parece ser que no estás muy a gusto...

-Pues ya sabes tú más que yo.

-¿Estás o no estás a gusto?

-Tengo la impresión de que estás hablándome por boca de ganso.

-Bueno, en realidad me lo dijeron en una cena que tuve el día de Fin de Año. Y la cosa se daba por hecha.

Cuando al fin se despide mi conocido, me pongo a pensar para intentar acordarme si yo le he contado a alguien, últimamente, mi estado de ánimo en relación con mi oficio de escribir. Y, claro, una de dos: o me falla la memoria, o alguien me conoce tan bien que trata de sondear mi voluntad.
 

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