Ya plenas Navidades, y las musas
de mi pluma van a dar paso una buena mesa y mantel con los
míos y el que venga a reunirse, pero no quería despedirme
sin recordar un cuento, un hecho que refleja los actos de
buena fe y de buena voluntad. En un mundo en que hay tanta
envidia, tanta maldad y tantas puñaladas traperas, todavía
hay gente, buena gente que son ángeles, y yo rezo por
ellos.
Era un encuentro de muchos paja-rillos, esperando que Dios
el Creador les diera un nombre en el paraíso en la creación.
A estos pajarillos Dios les puso el nombre de Petirrojos,
todos que alzaron el vuelo y se vieron reflejados en la
cristalina agua de un riachuelo y contemplaron que eran
grises y no tenían nada de rojo, que les identificase con el
color que el Señor les había dado de nombre, siempre que
acudían al encuentro con Dios, le volvían a preguntar ¿Por
qué tenemos de nombre petirrojos, si no tenemos ese color?.
El Señor les dijo, ¡os lo tenéis que ganar!, así día tras
día, año tras año, hasta que sucedió el apresamiento, vía
crucis y crucifixión en el Monte Calvario de Nuestro Señor,
en su agonía el Señor, vio llegar volando todos los
pajarillos que se acercaron a poder ayudarle y quisieron
arrancarle las espinas de su corona en su esfuerzo por
salvarle, la sangre del Señor, salpicó todos los pajarillos,
y entre lucha y esfuerzo de los petirrojos, el Señor murió
en la cruz. Los pájaros quisieron lavarse de la sangre de
Dios, cuando Jesús ascendía a los cielos al tercer día, los
pajarillos revolotearon a su alrededor y Dios les dijo,
¡veis como os habéis ganado el nombre de vuestro color, por
lo que habéis hecho!
Esta historia se la contaba a mi hija Bárbara todas las
noches como una nana para que se durmiera, como prueba de
que Dios existe y no se queda con nada de nadie, que Dios
premia a los buenos y castiga a los malos, y el señor esta
pendiente de todos los actos que hacemos día a día, siempre
mi hija mayor me pedía. ¡Papa cuéntame el cuento de la
espina! quizá como Ley de Vida, el día de mañana mi hija se
lo cuente a sus hijos, como bello ejemplo de las obras de
buena fe y que Dios nos lo agradecerá, al igual que el
cuento del Petirrojo. Barbarita, alguna noche de estas con
Jesusito en tu regazo le contarás el cuento del Petirrojo,
como te lo contaba tu padre, a Jesusito, también su abuelo.
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