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OPINIÓN - JUEVES, 31 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Valientes a toro pasado
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Me invitan a tomar el aperitivo en ‘Casa Ángel’. Y me encuentro con una agradable sorpresa: regenta el negocio Ángel Vilar. A quien conocí hace ya muchos años cuando éste era jefe de barra de la entonces llamada Cafetería Real. Un tipo estupendo y que ha vuelto con ganas de hacerse un sitio en la hostelería. Y si sigue el camino emprendido lo va a conseguir sobradamente.

El aperitivo me despierta la gazuza y decido quedarme a comer. Y lo hago en compañía de alguien con quien converso acerca de cómo se les ha visto el plumero a los que antes iban delante de Pedro Gordillo abriéndole paso triunfal y ahora corren detrás de él. Como hacían aquellos mozos valencianos de la época de Vicente Blasco Ibáñez, durante los rosarios de la Aurora.

Incluso está sucediendo algo peor -le digo-: los hay que antes querían darle su merecido en los medios, pero como Gordillo mandaba tela marinera, el miedo les paralizaba y sufrían en silencio la imposibilidad de airear la aversión que sentían hacia él. Y ahora, sin embargo, sacan pecho y dicen cuanto no tuvieron huevos de publicar en su momento.

Es lo de siempre. Y que suelen resumir muy bien ciertas expresiones adverbiales, por más que éstas estén tan denigradas por los escritores que se la cogen con un papel de fumar. Y que sueñan con mejorar tales imaginativas construcciones cargadas de años. Sin darse cuenta de que clásico es lo que no se puede mejorar. He aquí dos de ellas: “A moro muerto gran lanzada”. O lo que es igual: “A toro pasado...”.

Los inquisidores que le han ido saliendo a Gordillo, tras su defenestración, deberían estar calladitos. Porque de esa manera no se estarían retratando como individuos que carecieron de la decisión necesaria para enfrentarse al todopoderoso vicepresidente de la Ciudad, en su día, debido a que la jindama les podía.

Pero si antes era el canguelo, recorriéndoles las arterias, el que les hacía no atreverse a criticar acerbamente al presidente del PP, ahora tales sujetos cometen un error mayor: creerse que despotricar contra el caído es bien visto por el presidente de la Ciudad. Y se equivocan: porque Juan Vivas lo último que desea es que se siga sambenitando a un hombre que no ha cometido ninguna fechoría.

Y es así, continúo mi disertación, al margen de los afectos que hayan podido producir los roces por tantos años compartiendo tareas políticas, porque Vivas sabe que los locos endiosan a los hombres para luego destruirlos. Y está convencido de que él no está libre de verse en cualquier momento sometido al juicio de los descerebrados. Y no crean que no habrá pensado en lo de cuando las barbas...

Y para que algunos se enteren, conviene distinguir entre despotismo, nepotismo y clientelismo. Que, aunque los tres vocablos terminen en ismo, no significan igual. Gordillo, ya lo dije en su momento, ha ganado mucha gente para la causa de su partido a cambio de favores. A la par que hacía el bien en muchos otros aspectos. Y, aunque por su carácter diera la impresión de ejercer de cacique, lo era menos que otros. Lo cual sería demostrable si se hiciera público un listado de Recursos Humanos. Y así podríamos saber los nombres de las personas que fueron colocadas a dedo en el Ayuntamiento. Y, por tanto, conoceríamos a sus colocadores.
 

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