Tras la cena de Nochevieja, partir de las 00:00 horas de
esta noche, la mayoría de los ceutíes pondrán en marcha,
como cada año, el tradicional ritual de comer las doce uvas
al ritmo de las doce campanadas retransmitidas
televisivamente que marque el reloj de la Puerta del Sol.
Acto seguido, en busca de la mejor suerte para el año que
entra, comenzarán a practicarse el resto de ritos mágicos
que se estilan.
Esta especial noche, como cada año, la mayoría de hogares
ceutíes se impregnará de un ambiente festivo y familiar que
rodeará una mesa repleta de manjares típicos de estas
fechas, culminando en un peculiar postre de Nochevieja, las
doce uvas mágicas.
Si alguien pensaba que esta tradición se implantó en su día
por motivos religiosos o culturales se equivoca. La
tradición de tomar las doce uvas se remonta tan sólo a
principios del siglo XX. La implantación de esta costumbre,
que por cierto, es exclusivamente española se debe a meros
intereses económicos. En la Nochevieja de 1909, los
cosecheros, en un esfuerzo desesperado de imaginación,
consiguieron desembarazarse del excedente de uvas de ese año
inventando el rito de tomar las uvas de la suerte en la
última noche del año.
La tradición nacional marca tomar las doce uvas a los pies
del reloj de la Puerta del Sol, pero la misma provocó tanto
interés que en poco tiempo se fue ampliando al resto de
España,utilizando uvas frescas, por ser la variedad más
consumida la uva del Vinalopó, en Alicante.
En otros países, como en Argentina, se comen doce uvas
pasas. Aunque el porqué de ser doce no se tiene claro si es
por los «doce meses», una uva por cada mes, o si es por las
‘doce campanadas’, evidentemente, una uva por cada toque de
campana.
Según la tradición, se cree que el que se coma las doce uvas
al compás de las campanadas tendrá un año próspero.
Ciertas casas comerciales vieron en esta tradición una buena
oportunidad y a principios del año 2000 comenzaron a
comercializar botes individuales con doce uvas, peladas y
sin pepitas, facilitando así la labor a los consumidores y
evitándoles los desagradables e innecesarios ahogos.
En nuestra ciudad, a pesar de seguir la tradición propia de
Nochevieja, los ceutíes, más acomodados, reciben el Año
Nuevo, desde sus hogares o en restaurantes y mediante la
retransmisión en las diferentes cadenas de televisión de las
doce campanadas.
La retransmisión de las doce campanadas comenzó en
Televisión Española en el año 1962, anteriormente se seguía
únicamente por radio. Durante muchos años, sobre todo cuando
sólo existían las dos cadenas de televisión pública, se
televisaban desde la Puerta del Sol de Madrid. Por este
reloj, 35 segundos antes de las doce, una bola en lo alto
del reloj baja, sonando un carrillón. Después suenan cuatro
campanas dobles representando los cuatro cuartos, y por
último, a las doce en punto comienzan las doce campanadas,
una cada tres segundos aproximadamente.
Con el paso de los años, la metodología de Nochevieja se ha
adornado con rituales más o menos inventados, pasados de
boca a oreja, con el fin de atraer más suerte.
Entre los rituales ‘mágicos’ para recibir el año y atraer
con él salud, dinero y amor, está en una buena posición el
hecho de estrenar alguna prenda de ropa, sobre todo si de
ropa interior se trata, ya que eso ayuda a propiciar cosas.
Si lo que se desea es amor, es indispensable que sea roja, y
si lo que deseado es dinero, tiene que ser amarilla.
El hogar debe estar muy limpio esa noche, aunque no se vaya
a cenar en él, muy en especial los rincones, donde se
acumula polvo. Y hay que procurar deshacerse de todo lo que
esté roto o quebrado, para sacar del hogar todo lo
desagradable y asegurar que habrá cosas mejores y nuevas en
el próximo año.
Según otras creencias, en la decoración de la mesa tiene que
haber algo dorado para que no falte el dinero en casa ese
año.
De bebida es necesario que haya un vino espumoso, porque se
cree que las burbujas que se forman al momento de servirlas
son las de la felicidad. El momento de brindar tras las
campanadas es también importante, aconsejando poner un
anillo de oro en la copa para favorecer la economía
personal.
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