En alguna ocasión, menos de las
que deberíamos haberlo hecho, hemos hablado de los medios de
comunicación y de las dificultades que hay, para ser
totalmente objetivos.
Lo de la objetividad total es muy fácil al colocar la fecha
en la que sale el periódico o la hora a la que comienza un
informativo. A partir de aquí, siempre, habrá quien censure
esa falta de objetividad por cuanto, no a todos les agrada
la portada de un medio de comunicación en la forma que
aparece, ni a otros muchos les parecerá correcto el
tratamiento que se haga de un determinado acontecimiento.
Uno sería un imbécil o un memo, si pensara que lo suyo
siempre fue lo correcto. Yo estoy seguro de que más de un
lector, cada día, nos puede y nos debe criticar porque el
tema que hayamos elegido no sea de su gusto, y de la misma
manera que el lector, oyente o televidente tendrá que
soportar el tratamiento que demos a una noticia, nosotros
deberemos aceptar, y de buen grado, esa discrepancia que, en
ciertos momentos, tengan hacia nosotros.
He visto, a lo largo de los últimos días, casi todo lo que
se ha escrito sobre el discurso del Rey, en la Noche Buena.
He comentado ya, en días pasados, lo que a mí me pareció ese
discurso, y he visto como desde distintos posicionamientos
se ha tratado el hecho de que se retransmitiera por EiTB,
cuando en momentos pasados las tendencias de quienes
dominaban y controlaban ese medio impedían que a las casas
de los vascos, por la televisión suya, llegara ese discurso.
El discurso en EiTB, visto desde la corriente “peneuvista”,
corriente que controló ese medio, desde su nacimiento, fue
una imposición. Lamentable opinión, que ahí queda, mientras
que desde las filas del PSE, que es quien gobierna ahora en
Euskadi, el hecho de que se transmitiera por el canal
autonómico vasco era “simplemente normal”.
Dos interpretaciones sobre un mismo hecho, dos posiciones
enfrentadas con un fondo común: el poder. Un poder que unos
han ejercido, mirando siempre hacia su territorio y sólo al
suyo, frente a un poder conquistado por el PSE que considera
que la unión es algo más razonable, que esa repartición, con
exclusión, de los que no comulgan con ellos.
Y mira por donde, sobre un mismo hecho, los dos grupos que,
por distintos derroteros, tratan de mantener esa unidad, PP
y PSOE, aquí han coincidido en sus apreciaciones.
En el PSE, el portavoz José Antonio Pastor, una vez que se
había terminado la retransmisión afirmaba:” no somos ni
menos vascos, ni más ni menos españoles”. Algo cierto y que
debiera aparecer así siempre, mientras que desde el PP, el
otro portavoz, Leopoldo Barreda hizo hincapié en que “ ha
sido la demostración de que lo realmente anormal ha sido la
situación en la que hemos estado instalados, durante años”.
Dos interpretaciones, un solo hecho, pero aquí,
afortunadamente, no fueron parciales, sino reales,
utilizando distintas palabras, posiblemente con algún matiz
especial, en cada una de esas interpretaciones, pero
buscando lo mismo, la unión, frente a aquella otra en la que
se miraba, tan sólo, para dentro, olvidándose que fuera de
sus demarcaciones, también, hay unas tierras, unas personas
y, especialmente, unas instituciones que a ellos les
corresponden, como a todos los demás, para lo bueno y para
lo contrario.
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