LUNES. 21
La semana pasada le hice una
entrevista a Emilio Carreira para la revista ‘Ceuta
Siglo XXI’. Y me lo pasé muy bien con él. Ya que respondió a
mis muchas preguntas con una estupenda agilidad mental. Es
decir, en corto y por derecho. Sin rodeos. Y saqué la
conclusión de que Emilio está en sazón. Y no es para menos:
ha cumplido 51 años y se encuentra en plena forma. Y, sobre
todo, sabe lo que quiere y no le pueden las prisas. Puesto
que tiene saciadas sus apetencias de cargos. Ya que lo ha
sido casi todo tanto como sindicalista como en el Partido
Popular. Pero lo que más me agradó de él fue comprobar que
ha mejorado en otros muchos aspectos. Hoy, dado que habíamos
acordado repasar la entrevista, ya finalizada, he visto como
le brillaban los ojos de satisfacción al darse cuenta de que
sus respuestas sonaban bien. Luego, durante unos minutos,
hemos vuelto a recordar varios hechos de la vida local,
ocurridos en un año que está dando ya las boqueadas.
MARTES. 22
En las instalaciones del
periódico, en mañana ventosa y lluviosa, hallo a Enrique
Jiménez, ‘Quique’, que ya ha charlado lo suyo con
Ángel Muñoz. Pues claro que ha sido de fútbol. Ya que
los dos viven intensamente un deporte que les chifla. Día
llegará, sin duda, en el cual Ángel dirija los destinos del
primer equipo de esta tierra. No en vano le sobran afición y
conocimientos para conseguir grandes logros como dirigente.
A lo que iba: que tuve la oportunidad de meterme en
discreteos con Quique. Por cierto, dado que él vive mucho
tiempo fuera, no dudó en decirme que cada mañana lo primero
que hace es sentarse ante el ordenador y abrir la página de
‘El Pueblo de Ceuta’. De modo que no me quedó más remedio
que darle las gracias. Enrique Jiménez, todo hay que
decirlo, chanela de fútbol. Porque siempre ha tratado de
aprender los fundamentos del juego. En fin, que nuestra
conversación fue a más y nos dio para seguir manteniendo
relaciones tan cordiales. Por más que en alguna ocasión,
como no podía ser de otra manera, haya habido los
distanciamientos que suelen darse entre personas con cierto
carácter.
MIÉRCOLES. 23
Presentado su libro de memorias,
‘Historia de una vida’, Francisco Luque está que se
sale. No en vano ha cumplido el sueño de dejar escritas sus
vivencias. Y que, como ya he reflejado en una columna, no es
tarea fácil. Así que nada más poner los pies en la sala de
estar del Hotel Tryp lo veo sentado a una mesa sometiéndose
a las preguntas que le va haciendo Javier Martí para
su cuaderno dominical. Paco, en cuanto me divisa, me dice
que, días atrás, me dejó una tarjeta, firmada por él,
invitándome al acto de presentación de su libro. Y hasta me
dio el nombre de la persona que en la redacción de este
periódico se hizo cargo del mensaje. Y que no recibí. Y no
es la primera vez que eso ocurre. De momento, voy a
silenciar el nombre de quien carece de la más elemental
educación. Porque, además, nadie le obliga al sujeto a
hacerse cargo de un encargo que no desea. En fin, los hay
que se retratan a cada paso. Lo esencial es, y lo quiero
destacar, que Francisco Luque está viviendo uno de sus
momentos de gloria. Y no me resisto a contarlo nuevamente.
Felicidades, Paco.
JUEVES. 24
Voy a la ‘Tasca de Pedro’
expresamente a saludar al propietario. Puesto que llevaba
varios días sin verle. Y nos fundimos en un abrazo que
refleja las magníficas relaciones que tenemos desde que nos
tratamos. De lo cual hace ya mucho tiempo. Y me encuentro
con la agradable sorpresa de ver cómo la gente acude a
comprar productos de gran calidad. Ya que en el restaurante
se han puesto a la venta lo que conocemos ya como
delicatessen. O sea, manjares tenidos por pura ambrosía. Un
servicio más que ha sido aceptado la mar de bien. Al frente
de esa sección está la mujer de Pedro Carmona. Y allá
que nos ponemos a charlar acerca de los manjares refinados y
selectos que allí se amontonan. Y que ha propiciado que el
restaurante se vea concurrido a todas horas. Un acierto el
de Pedro. Sin duda. Puesto que en los tiempos que corren,
nada bueno para la salud de los bolsillos, es cuando hay que
echar la pierna adelante para torear la crisis económica,
como mandan los cánones.
VIERNES. 25
Tropiezo con él. Y se me amontonan
los recuerdos. Los que me trasladan al año de 1983. Cuando
vivía su hermano Alberto y todos los días nos veíamos
en el Club Náutico Cas. Me parece estar viéndole sentado al
piano que había siempre a su disposición en la sala de estar
del Hotel La Muralla. Me refiero a José Antonio Martel,
‘Quico’. Nos abrazamos. Está estupendo. Y es que la
alegría le puede por haber superado unos momentos delicados.
Aunque él nunca ha dado muestras de desasosiego. Me cuenta,
con la misma ilusión de siempre, que sus amigos, toreros y
futbolistas, le nombraron entrenador de uno de los equipos
que se enfrentaron en la plaza de toros de Leganés, fechas
atrás, en partido benéfico y que mereció la cobertura de las
televisiones. Y, como siempre, no dudó en destacarme el
hacer de Mohammed Alí Amar, ‘Nayim’. Protagonista del
espectáculo, entre tantas figuras. Pero lo importante es,
sin duda, que Quico vuelve a sonreír abiertamente. Y a mí me
llena de satisfacción la buena nueva. Y, claro, quiero que
ustedes lo sepan.
SÁBADO. 26
Parece ser que José Antonio
Carracao, secretario general de los socialistas, va a
ser, al fin, quien consiga llevarse al huerto la voluntad de
pacto que siempre ha anidado en Mohamed Alí. Eso sí,
en vista de los vaivenes que en estas componendas de
coaliciones ha dado siempre el líder de la UDCE, conviene
poner el hecho en cuarentena. No vaya a ser, como hasta
ahora fue su costumbre, que se levante una mañana y declare
que de lo dicho nanay de la China. Pero, de momento, lo
mejor del asunto está en comprobar con qué facilidad ha sido
capaz Alí de jugársela a Juan Luis Aróstegui. El cual
debe estar, como ya dije días atrás, subiéndose por las
paredes. Porque ya se veía formando parte de la lista
electoral y gozando, incluso, de un puesto que le permitiría
obtener un acta de concejal. Menuda bicoca. Algo que era un
error de Alí y así se lo manifesté a éste tanto por escrito
como cuando tuve la oportunidad de hablarle. Ya que el
baranda del PSPC no tenía nada que ofrecerle. Y lo que es
peor: debido a su forma de ser -la de Aróstegui, claro
está-, existía el peligro permanente de que éste terminara
echándole abajo el edificio de un partido consagrado en dos
elecciones. Porque el mero hecho de haber anunciado una
posible juntera con el PSPC, le estaba ocasionando daños
irreparables.
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