Días pasados fueron inauguradas las oficinas de los
Servicios de Correos de nuestra Ciudad y leíamos en nuestro
periódico unas declaraciones del director provincial de la
entidad, Manuel Muñoz (facilitadas al compañero Rober Gómez)
en las que manifestaba, entre otras cuestiones, "que la
atención al público en las nuevas instalaciones estaba yendo
muy bien" y reconoció que "no tenia la seguridad de que
fuésemos a funcionar lo bien que lo estamos haciendo".
Hemos leído que desde que en 1889
se crea el Cuerpo de Correos en España y la presencia de
carteros se amplía en número cada vez mayor de poblaciones,
esta entidad se va convirtiendo en un elemento indispensable
para la cohesión y estructura de la nación, evolucionando
para adaptarse a las nuevas necesidades de la sociedad,
incidiendo en ello la adaptación, en 1992, para dejar de ser
una Dirección General y transformarse en un Organismo
Autónomo de carácter comercial y, en 1997, en Entidad
Pública Empresarial hasta que, por último, en junio de de
2001 estrena una nueva forma de gestión bajo un nuevo
régimen jurídico: el de Sociedad Anónima Estatal. Hoy en
día, hay que reconocerlo, Correos se ha convertido en una
empresa innovadora y moderna, acorde con la realidad de los
tiempos que corren, olvidándonos, quienes ya peinamos canas,
de aquellos abnegados carteros o empleados de telégrafos
(que también se atendían estos servicios) recorriendo en
bicicleta las calles de nuestras ciudades para entregar la
misiva de amor, la notificación oficial o el anuncio de la
desgracia familiar que también les afectaba de manera
directa por ser partícipes de las inquietudes de aquellas
personas con las que, por visitarlas con frecuencia, se les
había creado un grado de amistad que mas bien pudiera
considerarse de familiaridad.
Pero nuestro comentario principal
hemos de centrarlo en los servicios que nos presta la
entidad en Ceuta y que concluimos, por desgracia, en que no
se corresponden con las excelentes instalaciones y equipos
de informática instalados con motivo de la remodelación de
antiguo edificio de Correos y Telégrafos. Así constatamos,
en varias ocasiones, que la facilidad con que se expedían no
hace nada cartas o paquetes, adquiriendo el franqueo
correspondiente en un estanco o en la misma oficina de
Correos, ahora se convierte en un verdadero trastorno.
Efectivamente, como dice el director, se han instalado ocho
mostradores de atención al público (de los que únicamente
funcionan cinco) y un servidor automático de números para
proceder al turno en que puede uno ser atendido y así
comprobamos que se necesitan mas de tres cuartos de hora
para expedir una simple carta (ya no se venden sellos de
correos en los estancos) por lo que, a la vista de ello,
intentaremos nuevamente cargarnos de paciencia y perder, si
hace falta, una hora para que nuestra familia y amigos
puedan recibir nuestra felicitación navideña. Pero es que en
ese tiempo transcurrido, advertimos como el señor que quiere
gestionar el cambio de llave del apartado (al ser nuevas las
instalaciones son nuevos también los buzones
correspondientes) tiene abandonadas sus ocupaciones
profesionales porque pensó que en diez minutos resolvería su
gestión y ya llevaba mas de media hora esperando, y lo que
le quedaba. O la señora, de origen marroquí, que después de
permanecer cerca de una hora en el hall de espera, le
notifican que se ha equivocado en la elección del número de
turno, por lo que tiene que volver a coger el del mostrador
que corresponda en demanda de su servicio. Todo ello en una
sala en la que los asientos están adosados unos a otros con
lo que una "cabezada", debido a la larga espera, puede
suponer una "caricia" nada agradable para el ciudadano que
se encuentre en la silla de atrás de la citada sala.
Nos consta que estas deficiencias
en el Servicio de Correos no son imputables al personal,
aunque pudimos apreciar no está muy experimentado en las
tareas del manejo de los equipos informáticos, falta de
experiencia y conocimientos que deberían de haberse
corregido previamente con el adiestramiento de los mismos
para su correcto funcionamiento. Y también, por que no
decirlo, a la falta de un sistema que facilite agilidad y
eficacia al servicio y, por ende, ahorro de tiempo al
usuario.
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