Le piden algunos lectores que
relate pequeñas vivencias Navideñas, tal vez porque apetece
leer historias de personas sencillas, pueblo del pueblo,
como es esta escribidora.
Pero también es tener mal fario el
que, en mi barriada, se liara la pasada semana una pelea de
mujeres, primero una que pega a la otra, la maja, la
escamonda y luego las primas de la vapuleada acuden y le
meten un buen zaleo a la segunda. Cosas de féminas, que
nunca han hecho llegar la sangre al río, ni han originado
tragedias. Será que, cuando ciertas mujeres llevan vidas
difíciles, llenas de fatigas, se vuelven muy "luchás",
luchadas por el destino, luchadas por el cada día, nunca
pasa nada. Hasta esta Navidad cuando, la paya que originó la
riña llegó a su casa bufando y calentó al compañero. Y el
compañero agarró un arma, la cargó y se fue para las Cuevas,
donde llegó gritando "¿Dónde están las mujeres? ¿Dónde están
las mujeres?".
En el barecito del tío Juan
estaban viendo el partido del Unicaja y a la vuelta de la
calle estaban las mujeres en torno a una candela cantando
villancicos al son de "La carita divina". Así, Rafael, el
Cachulo, oyó las voces, salió corriendo y le plantó cara al
de la escopeta "¡Aquí no hay mujeres, aquí habemos
hombres!". Y el tipo le apuntó a la cara y le metió dos
zambombazos, suerte que Rafael amagó rápido y los plomos se
le incrustaron en la parte posterior de la cabeza, en el
cuello, en los hombros y en el pulmón. El payo salió
corriendo perseguido por las mujeres, por las gitanitas a
las que iba buscando. Nunca en esta tierra se había visto
nada igual, un hombre metiéndose en riñas femeninas y menos
aún un castellano yendo en busca de gitanas con un arma
cargada. Nunca se había visto porque hay cosas que no se
hacen. Que no entran en la cabeza, porque no son "de
hombres" y faltan al respeto más básico.
¡Y no vean como se puso El Palo!
¡Vengan coches de policía! A mí me vino a buscar mi comadre,
desencajada, negrita de tanto llorar "¡Han disparado a mi
marido y nos venían buscando a nosotras!". Primero a la
comisaría de El Palo, donde trabajan los mejores policías de
España entera, con permiso de los de Ceuta y Melilla. Y
luego corriendo para el hospital Carlos de Haya y a todo
esto al teléfono con mi marido el anciano Erik el Belga,
recién operado de retina y haciéndose las dolorosas curas en
la Teknon de Barcelona. ¿Nochebuena de amor, Navidad
jubilosa? Vale, porque, el de los tiros, que iba a cara
descubierta, puso los pies en polvorosa. Runruneo colectivo.
Había una docena de testigos ¿Se dice quien ha sido o no se
dice?. Cincuenta gitanos angustiados en la puerta de las
Urgencias y un consejo sereno "Que se ocupe la policía, no
buscarse ruinas". Todo por lo legal y no por lo privado
¿Será por Grupo de Homicidios en Málaga donde están los
number one? Azuquitar molía, canelita en rama, que saben los
inspectores más que les han enseñáo.
Mi marido, pobrecito, rabiandito
en la Teknon y el Cachulo con plomos hasta en el carnet de
identidad, aguantando como un jabato . Que, el hombre, hizo
lo que hizo y cumplió lo que tuvo que cumplir y se
arrepintió y ahora no hace nada malo, de hecho, estaba
preparando los regalos de Papa Noel para los niños de Las
Cuevas con el asistente social. Es una historia distinta,
nada tiene que ver con la ilusión de comprar los regalos, ni
decorar la mesa para los invitados, ni esas increíblemente
hermosas y entrañables tradiciones que son la piel de
nuestra tierra.
¿Qué que le pasó a Rafael? Pues
que, a los dos días le pusieron de patitas en la calle, todo
hecho polvo, sin quitarle los plomos y por quitárselo de
encima, por si se liaba en el hospital. De allí al
ambulatorio y del ambulatorio a otro hospital a ver si le
quitaban los plomos que le dolían mucho y los del cuello y
el pulmón podían traer problemas. Si llega a ser un etarra
de seguro que traen cirujanos de Houston y dan rueda de
prensa, pero al Cachulo le volvieron a poner en la calle
cargado de metal. Así que, la familia llamó a la televisión
para pedir justicia, lo normal. Y ahora vendrá la televisión
y lo mismo llega el fin de año y a Rafael algún alma
caritativa le ha sacado el plomo del pulmón. Él,
esperanzado, se lo ha pedido a los Reyes (me refiero a los
Reyes Magos, eso es de cajón).
|