Bueno pues pasaron las navidades
porque, en esta vida, todo llega y todo pasa. Y como cada
uno cuenta la feria como le va, seguro que en esas cenas de
navidad, donde suele reunirse toda la familia más algún
agregado, habrán pasado cosas y cosas, unas buenas y otras
no tan buenas. No decimos lo de mala, porque en estas
fechas, no cae bien decir lo de mala. Está feo decirlo.
Así que cada uno contará, como ha
sido la cena familiar, dependiendo lo que en ella haya
sucedido. Para unos, como en la feria, habrá sido una noche
maravillosa que se tendrá que repetir el próximo año y en
ello habrán quedado todos los participantes a esa cena.
Para otros, la cosa habrá estado
bien, pero menos bien de lo que se esperaba, debido a la
tardanza de algunos de los invitados, que habían alargado en
demasía la celebración con los amigos de siempre y, además,
cansados y con la alegría que conlleva el par de copas con
esas reuniones, apenas si tienen ganas de comer, dejando los
plato casi como se los han colocado en la mesa, salvo par de
pinchadas.
Por pura lógica siempre habrá, en
esas reuniones de la cena familiar, a los que no les caiga
bien la actitud tomada por esos que llegan tarde y que se
dejan la comida en los platos. Lo que conlleva a más de una
indirecta a esos familiares que, como están a lo suyo, no
hacen ni el menor caso.
Seguro que en esa casa, de la que
estamos hablando, nadie planea que el próximo año se
volverán a reunir para celebrar las navidades. Y no faltara,
con toda seguridad, aquel que diga: "el próximo año me quedo
en mí casa con mi mujer y mis hijos. No tengo porque esperar
a nadie para sentarme a cenar. Cuando se queda a una hora,
se queda a esas hora"
Y como no hay dos sin tres,
vayamos al último caso que, por supuesto, no se debiera dar,
pero que se da, por mucho que se trate de ocultar, por parte
de los que lo intervinientes en el mismo.
El anfitrión a la cena o sea la
casa donde se va a dar esa cena familiar sabe, a ciencia
cierta, los problemas que se pueden dar en el transcurso de
la misma cuando, algunos de los que no se llevan bien, se
sientan molestos por las palabras que pueda decir el
contrario. Porque allí se está, como se dice vulgarmente,,
"con la escopeta cargada", presta a disparar al menor
comentario del contrario.
Desgraciadamente, contrario a lo
que al anfitrión desea como organizador de la cena familiar,
esa cena jamás acaba bien. Como diría la sabia de mí
abuela:"eso termina como la comedia de Ubrique". Y que
conste, en acta, que no se cómo terminó la dichosa comedida,
pero debió acabar mal en todos los sentidos.
Y es que, por lo mínimo, salta la
"chispa", entre los que están enfrentados, para sufrimiento
del organizador, casi siempre organizadora, que al llevar a
cabo esta cena familiar espera conseguir que se limen todas
las asperezas.
Esfuerzo vano, no habrá forma
humana de conseguirlo. Pues, contra ese buen deseo, más de
uno abandonará la casa sin haber cenado y jurando, por todo
lo que hay que jurar, que jamás volverá.
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