Cada día parece que eso de la
puntualidad en los viajes aéreos es más un mito que una
realidad.
Desde hace casi cincuenta años que
hice el primer viaje en avión, Dusseldorf – Madrid, hasta
ahora, debo haber viajado en torno a 300 veces, en
recorridos tan variopintos como pueden ser Madrid – San Juan
de Puerto Rico, o Málaga – Vitoria, por poner dos ejemplos,
sin más.
Pues bien, no ha habido un solo
vuelo de los que he hecho en España que haya salido y haya
llegado a su hora exacta. Siempre hay algún problema y las
compañías "saben vender" su falta de puntualidad con eso tan
socorrido de "debido a problemas ajenos a nuestra voluntad"
o algo parecido.
Es comprensible que hoy, con la
cantidad de vuelos, en todas las direcciones y con la
cantidad de movimientos en los aeropuertos, sea difícil
cumplir con un horario estrictamente, pero de la misma forma
que si un pasajero llega tarde y pierde su billete, por ser
él el responsable y no otra persona de esa impuntualidad,
cuando el avión sale media hora tarde, dos horas después de
lo previsto o el tiempo que sea, habrá que reclamar y que la
compañía se haga responsable de ese tiempo perdido, con los
gastos que puede ocasionar el retraso. Eso debería ser lo
normal, y no lo es.
Recuerdo que hace varios años ya,
en uno de los múltiples vuelos que he hecho desde Madrid a
Palma de Mallorca y que sin dar nadie la cara y sin dar una
sola explicación, pasaban de las dos horas y media de
retraso y ni sabíamos cuando, ni como íbamos a llegar al
avión.
Faltaba un cuarto de hora para las
tres horas de espera y, a toda prisa, nos llamaron y nos
subieron a uno de esos autocares que te llevan hasta la
escalerilla del avión, si éste está estacionado un poco
lejos. Nos llamaron entonces porque, según decía uno un poco
más experto, si se llegaba a las tres horas esperando, nos
hubieran tenido que dar la comida. No sé qué hay de eso,
pero lo que sí sé es que algo parecido debía pasar, porque
una vez en el avión estuvimos más de otra hora, hasta
despegar y la compañía, una de las más nefastas de las que
operan en este país Spanair, todavía no ha dicho a qué se
debió aquel retraso.
He dicho esto, tras ver una
información en la prensa en la que se dice:" Los vuelos con
retraso también tendrán que indemnizar". Veremos como, donde
y cuando.
El Tribunal de Justicia de la
Unión Europea considera que si el retraso supera las tres
horas el perjuicio es el mismo que si se cancelara, en cuyo
caso hay compensación.
Tratándose del organismo que se
trata, no tengo razones para desconfiar de que eso se va a
llevar a cabo, pero siempre existe la posibilidad de truco,
como el que Spanair nos hizo aquel día.
El TJUE parece haber abierto un
nuevo escenario en el marco del derecho del consumidor en el
trasporte. Claro que la compañía ya se las arreglará para
evitar la indemnización si prueba que el retraso se escapa a
su control, y de lo que no me cabe la menor duda es de que,
siempre, el pagano será el que ya había pagado su billete.
La normativa comunitaria prevé que
cuando hay cancelación de un vuelo los pasajeros podrán
lograr una compensación entre 250 y 600 €, según la
distancia del viaje. Esta situación responde a una serie de
cuestiones planteadas por la justicia alemana y austriaca,
lo que no sé es cuando será una realidad aquí.
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