Parece que los opinantes en
periódicos se han puesto de acuerdo para empezar sus
artículos en estas fechas. Pues no son pocos los que
comienzan diciendo que cuesta escribir sobre algo que no sea
del desempleo, de la corrupción, de los secuestros
perpetrados por la piratería o bien de la activista
sahariana, Aminatou Haidar, hasta hace poco
empestillada en hacer una huelga de hambre.
Así, el Rey, en su tradicional
mensaje de Navidad, se acuerda fundamentalmente de los
parados y de cómo la honradez ha de presidir el
comportamiento de los políticos. No confundir, pues suele
ocurrir a menudo, honradez con falta de escrúpulos. Porque
los políticos escrupulosos nunca pasan de las palabras a la
acción y terminan siendo recordados como figuras
decorativas.
El Papa, en una Misa del Gallo
accidentada, dijo que la mayoría de los hombres no considera
una prioridad las cosas de Dios, no les acucian de modo
inmediato. En realidad, difícilmente se le pueden pedir a
los pobres pensamientos que no sean para ver de qué manera
ponen la olla diaria si no quieren entrar a formar parte de
esa teoría del darwinismo, que nos habla del final que les
espera a los más débiles. Y dado que los pobres son legión,
no es extraño la falta de fe de la que nos habla
Benedicto XVI.
Hablar de los parados en Ceuta,
tras una pregunta que le hizo un admirador del secretario
general de CCOO, le costó a José Fernández Chacón una
sarta de insultos por parte de un Aróstegui que vive
a cuerpo de rey y que sólo se acuerda de los desempleados
para darse pote de tener un corazón atiborrado de conciencia
social. Cuando la realidad es que vive solamente preocupado
de defender la posición de los empleados que disfrutan de un
estado de bienestar que linda con los de arriba.
En esta ciudad, por ejemplo, se
resalta en estos días, tan dados a recordar hechos pasados,
la enorme labor que hizo un cura, recién llegado de la Isla
de León, propiciando que los hijos de las familias más
pobres pudieran ir a la Universidad. Una obra que perdurará
en el tiempo. Y que jamás podrá ser igualada por ninguna
otra. De momento.
En esta ciudad (a pesar de que
mucha gente piense, como en todos los sitios, sólo en comer,
beber, felicitarse, y convencerse de que el comienzo del año
será tan bueno o mejor que el finalizado), vive su auge el
chismorreo. Son días en los que la habladuría, a menudo
crítica y maliciosa, sobre asuntos ajenos, tiene su momento
importante entre brindis. Y es que, en toda sobremesa que se
precie, el chismorreo debe alcanzar momentos de esplendor.
Y, por tanto, no puede faltar.
No olvidemos que los antropólogos
consideran el chismorreo como medio de mantenimiento del
control social o como arma en las disputas interfacciones.
En estas fechas, precisamente, las habladurías no cesan
acerca del futuro que les espera al PP y al PSOE, si muchos
de sus militantes y hasta ex militantes, deciden probar
fortuna para hacerse con las riendas del partido.
Y como uno, que está en su
derecho, ha pegado el oído en los sitios adecuados, se
atreve a decir que los dirigentes de ambos partidos, más
pronto que tarde, habrán de luchar denodadamente para que el
desorden no cunda en sus sedes. En fin, que la vida sigue y
que el poder de Juan Vivas será puesto a prueba. Y lo digo
porque es la mejor manera de salir airoso hoy en la columna.
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