Las precipitaciones que han visitado la ciudad desde el
pasado día 16 han dejado en los embalses del Infierno y el
Renegado cerca de 84.000 metros cúbicos de agua. En
consecuencia, las reservas hídricas de la ciudad se situaban
ayer muy próximas a los 430.000 metros cúbicos, lo que
garantiza el suministro a los hogares, servicios públicos y
empresas ceutíes durante más de cuarenta días. Los efectos
negativos de las intensas lluvias han resultado, en cambio,
mucho menores, con la caída de tierra y algunos elementos
del mobiliario urbano a la calzada y pequeñas inundaciones
en el polígono industrial del Tarajal.
La lectura positiva de las intensas precipitaciones que
están visitando la ciudad durante la última semana es que
han dado un respiro a los pantanos del Infierno y el
Renegado. Las lluvias han dejado en los embalses ceutíes
desde el pasado día 16 de diciembre 83.981 metros cúbicos de
agua.
De esta manera, las reservas de agua embalsada de la ciudad
experimentan una notable recuperación, situándose en los
427.971 metros cúbicos, esto es, con casi 250.000 metros
cúbicos por encima de su reserva estratégica.
Considerando que, desde que el buque aljibe se marchó
evacuando los últimos 150.000 metros cúbicos contratados,
Acemsa está suministrando a la ciudad 6.000 metros cúbicos
diarios procedentes de los embalses, Ceuta dispone ahora
mismo de unas reservas acuíferas para subsistir, sin
necesidad de transvasar más recursos hídricos, durante
aproximadamente cuarenta y un días.
El lado oscuro
El aspecto negativo de las intensas borrascas que asolan la
ciudad son sus efectos sobre inmuebles maltrechos, viarios
con problemas de evacuación de aguas pluviales y elementos
del mobiliario desprendidos repentinamente.
Así, el servicios de bomberos tuvo que acudir a la subida de
Príncipe Felipe a las siete de la mañana, donde una farola
perdió la estabilidad y cayó literalmente sobre el acerado,
sin que afortunadamente haya que lamentar ninguna desgracia,
aunque la incidencia mantuvo en la tarea de retirada a los
efectivos hasta allí desplazados durante una hora.
Otro de los puntos frágiles de la ciudad, el polígono
industrial del Tarajal, tuvo que ser objeto de achique por
la bolsa de agua formada en la calzada como consecuencia de
los cartones acumulados en la boca del alcantarillado.
Pasadas las diez de la mañana los bomberos tuvieron que
volver al paso de Biutz para retirar una chapa en riesgo de
desprendimiento.
Poco antes, los efectivos del servicio contra incendios y
emergencias había tenido que acudir al Monte Hacho par
subsanar un desprendimiento de tierra en la calzada y a la
calle Linares para comprobar el estado de un cuadro
eléctrico. En la barriada de la Luz hubo que revisar un
falso techo.
Con todo, Protección Civil apuntó que no había sido
necesario activar ningún plan especial debido a la alerta
porque funcionó el protocolo.
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