No es hacer publicidad gratuita de
una tierra a la que quiero, es valorar, un poco más, una
tierra inmensa, con habitantes nobles y acogedores para
todos los que llegamos desde fuera y que a la semana han
conseguido que uno se sienta como un extremeño más.
En ese gran recorrido que se puede hacer por la gran
Extremadura, hoy prefiero quedarme en Zafra, por aquello de
que son docenas de veces las que, como hace dos días, he
pernoctado en esta agradable localidad y más agradable aún,
cuando te alojas en su Parador de Turismo. Todo un lujo.
A Zafra la llaman Sevilla la Chica, colocada al lado mismo
de la Ruta de la Plata, y de la que un texto romano dice:”
Hay un lugar en España con el nombre de Zafra. Lo llaman
tierra antigua, poderosa en armas y de ubérrimos suelos”. En
tiempos prerromanos la zona estuvo habitada por lusitanos y
vetones, con todo, de los orígenes de zafra es mucho menos
lo que se sabe que lo que se supone, aunque ella entra, de
verdad, por la puerta grande de la Historia en tiempos
musulmanes, en la decadencia del dominio árabe, con los
reinos de taifas.
Desde este momento, siglo XI, hasta el XV va a estar en
medio de frecuentes conflictos bélicos y será tocando ya el
XV cuando con los Figueroa, Señores, Condes y Duques de
Feria logre un gran desarrollo cultural, mercantil,
religioso y urbanístico.
Y a este punto quería yo llegar, porque fue Lorenzo de
Figueroa el que levantó el Alcázar que hoy se ha convertido
en Parador de Turismo.
He comenzado hablando de turismo de lujo, y ese lujo tiene
que comenzar y finalizar en este Parador, para mí, uno de
los más emblemáticos de toda la Red de Paradores.
En el Parador de Zafra estás constantemente pasando de
finales de la Edad Media a la edad Moderna y de ahí a
nuestros días.
Un mobiliario, en todas las zonas del Parador que te invita
a sentarte, o al menos a detenerte en cada uno de sus
rincones, muchos, por sus laberínticos pasillos.
Aquí no hay nada que desentone y todo está cuidado para que
esté en su justo sitio. Una joya de este tipo, pero
acondicionada, para las comodidades que hoy se exigen, no es
fácil encontrarla por ahí.
Esto no es un hotel, esto está mucho codos por encima del
hotel más llamativo que uno se encuentre en toda la zona y
en muchos kilómetros a la redonda, por lo que no me cabe la
menor duda de que los directores que van pasando por aquí
dejan y han dejado su huella personal, pero el Parador es
mucho más que todo eso.
Un servicio a tono con la propia casa y una comida muy en
consonancia con los ricos productos de esos “ubérrimos
suelos” que decía el texto romano, al que antes he hecho
alusión.
Yo no diría que si uno se pierde venga al Parador de Zafra,
diría todo lo contrario, que uno se venga aquí primero,
saboree lo que hay en él y luego ya se puede perder unos
días por algunas zonas de esas que aparecen en todos los
catálogos de turismo sin ser nada.
Cuando el lunes, con el mar y un poco menos revuelto, yo
salía de Ceuta a las siete de la tarde, tenía claro donde
iba a hacer noche. Una sola llamada telefónica y la persona
que estaba en recepción, con la amabilidad de Paradores me
decía :”Aquí le esperamos, no se preocupe si llega tarde”.
Es cierto que a mí me conocen allí, pero quien va, aunque
sea nuevo y desconocido, recibe el mismo trato. Un verdadero
lujo.
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