En las terapias y medicinas
alternativas se cree o no se cree. Pero como no hacen daño y
el creer “no pide pan”, esta letrado prefriere ser crédula y
así, me he empollado, durante cinco años, con ejercicio de
desgaste de codos, todo lo que he podido pillar sobre
remedios naturales. Y además con un respeto rayano en la
veneración ante la infinita sabiduría de nuestros
antepasados y las cualidades casi sobrenaturales de esa
“despensa de la naturaleza” que el buen Dios nos pone a
tiro.
Sé que lo más “chic” y aristocratoso es alargarse a una
clínica de postín y hacerse un anti-aging, eso lo hace la
gente de abolengo que puede disponer de seis mil euros
contantes y sonantes para pagar porque les digan lo que, los
libros y el estudio con cabeza, les dicen gratis. Prefiero
la gratuidad. Y empiezo por tratar de mantener limpio, como
los chorros del oro, el centro de la salud que, según la
medicina tradicional china, es el estómago. Entonces me
llego a la botica y le pido al mancebo que me saque del
frigorífico la caja con los sobres de VSL 3 que es un
preparado prebiótico con un montón de cepas de buenas
bacterias, unos 450 mil millones de bacterias vivas por
sobre y encima hay que irse corriendo a poner el invento a
refrescar para que no se rompa la cadena del frío. ¿A que
parece asquerosillo meterse a diario en el cuerpo tanto
bicho? Pues, pasando de aprensiones, hay que tener el
estómago escamondado para que no fallen los otros órganos.
Y, a partir de ahí yo comienzo mi tratamiento alternativo
fabricado con más talento que talante a la hora de pagar el
precio de los mejunjes. Porque la Seguridad Social manda
medicina de cañón y genéricos, que no remedios sanos, puro
lujo para el cuerpo. Y medicina idónea para gente cultureta
que van por la honda de lo ecológico.
Así, si me quiero empapuzar de dulces y polvorones y luego
ponerme ciega de banquetes navideños, opto por consumir
antes, de Dieticlar-Sbelten, el Phase Carbo Blocker que
bloquea los carbohidratos de los mazapanes y su primo
hermano que hace lo mismo con las grasas. A atracarse hay
que asociar el verbo “quemar” porque todo a la postre va, en
caso de los varones, al buche y a la papada y en caso de las
mujeres a los lugares más inoportunos de la anatomía, nos
vemos blandos y fofos, nos deprimimos, entra ansiedad, se
come más y acabamos con trastornos alimentarios. Así que
mejor prevenir que curar. Mi método empieza por fregotear
con bacterias, quemar lo que se come y luego drenar lo que
se tiene acumulado.
Me dirijo entonces a las Arkocapsulas de farmacia, Ortosifon
y Camilina, que son dos tipos de té, dos de cada uno en el
desayuno y dos en la merienda. Todo acuchado por supuesto
con una botella de litro y medio de agua mineral para
eliminar malos humores. A los tés añado dos cápsulas de piña
y dos de papaya en desayuno y merienda cena, antioxidantes y
quemagrasas, nuestro Padre Juan Pablo II era un fans de la
papaya como anti aging. Y venga a beber agua. De
Arkocapsulas también una ampolla al día de alcachofa-hinojo,
la alcachofa para tener el hígado repulido y el hinojo
porque va bien para el estómago. Después el capítulo algas,
que son sanísimas, dos cápsulas de fucus al día y dos de
espirulina, llevan un montón de elementos saludables, ayudan
a evacuar con facilidad y palian las ganas de comer. Aunque
si se es glotón y se tiene gusa-gusa, se mete uno un par de
cápsulas de glucomanano que se hincha en la barriga y sacia.
¿Qué parece todo complicado? En absoluto. Se convierte en
costumbre ponerse las cápsulas en un platito con el
desayuno, el café, la tostada y los dos vasos de agua y dale
que te pego. Te lo tomas con miajita de desapego, pero sabes
que estás ingiriendo pura salud, yo lo he consultado con
tipos que llevan anti aging y nutrición y me lo han
confirmado.
Este ali oli de brujas es para limpiar, drenar, quemar y dar
esplendor. Y aún no he empezado con el capítulo de
antioxidantes y mejunjes para engrasar las neuronas. Eso lo
cuento otro día ya que quiero hacerme valer y que mi
director me encomiende un espacio de consejos de salud y que
mis consejos experimentados en primera persona y en directo,
merezcan el reconocimiento de unos pocos óbolos que me
ayuden a financiar mis experimentos con carísimas terapias
alternativas en esta blanca Navidad.
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