Y poco me importa que lleguen a
prohibirse en Cataluña, porque nunca fui a un festejo
taurino en la Comunidad Catalana, y tampoco tenía pensado ir
el próximo año.
Lo que sí queda claro con esta permisividad del “catalán
adoptado” Montilla es que en esa parte de la geografía
española, todo lo que significa España o está devaluado o
tratan de devaluarlo unos pocos, no todos, ni la mayor
parte. Y lo más “cojonudo” es que ese intento de renegar de
lo español esté movido, promovido o tolerado por gentes que
no son catalanes y que enarbolan la bandera de Cataluña para
ir frente a la unidad de un país.
Es algo fuera de tono, como estaría fuera de tono que yo,
ahora y desde aquí, proclamara a los cuatro vientos que, en
adelante, teniendo otras regiones un excelente cava,
incitara a dejar de tomar cava catalán a todos aquellos que
queremos y defendemos nuestras tradiciones, fiestas y
cultura.
No es definitivo, pero esa “pandilla” que propugna el
independentismo, ha comenzado por algo que tiene defensores
y detractores, con la intención de mostrarse en “plan
progre” atacando el “mal trato” a los animales.
Esa pandilla de incultos, lo que no se debe haber parado a
pensar, y el ínclito Montilla menos todavía, es que con este
primer paso están dando una vuelta de tuerca más a la
máquina del paro, porque se han quedado en el escaparate de
los trajes de luces, el jolgorio o la sangre de los toros,
sin haber profundizado en la cantidad de puestos de trabajo,
en la cantidad de personas que colaboran con sus impuestos,
todos ellos del mundo de los toros.
Un país como el nuestro, en el que esos “independentistas”,
quieran o no, también son españoles, está llegando en este
momento a los cuatro millones y medio de parados, algo que
para esos que votan el NO a los toros, no significará nada,
porque ellos cobran y bien, pero si es que un día en este
país, España, fuéramos tan dementes, o tuviéramos una casta
política tan “mema” como la que, en este sentido, capitanea
Montilla y se decidieran a prohibir la fiesta de los toros,
otro medio millón de españoles más, de la primera tacada,
agrandaría el número de parados de España: vaqueros,
mayorales, camioneros, empleados de las plazas de toros,
mozos de espada, cuadrillas ..., y todo lo que acompaña,
además de una serie de negocios legítimos y lícitos que
giran en torno a todo lo que es esta fiesta, sastrería
especializada, artesanía de todo lo de los toros, que con la
prohibición de la fiesta ya no tendrían razón de existir.
Montilla y sus “memos” inductores no se han parado a pensar,
y mucho menos los firmantes en contra de la fiesta de los
toros, de todo lo que encierra cultural y económicamente la
fiesta de los toros.
Lo más atractivo es que hablan del maltrato a los animales,
pero luego, muchos de ellos ni se preocupan de sus hijos, ni
atienden las necesidades de sus padres mayores. Para ellos
está antes el sufrimiento de los toros de lidia, que nace y
se cría, con todo tipo de atenciones, que las atenciones a
sus padres o a sus hijos, por no extendernos hacia los
vecinos.
Y para terminar, a vuela pluma, esos seudo defensores de los
animales están, con esto, propugnando la desaparición de
esta especie, porque el toro de lidia, cosa que no debemos
olvidar, no nace para trabajar o para producir carne. Los
ineptos, por mucho que se quieran hacer grandes, serán más
grandes en eso, en ineptitud. Montilla también.
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