Son menos del 30% de las
parroquias de San Sebastián, que aceptan y no plantearán
problemas a que llegue al Obispado donostiarra, Monseñor
Munilla.
Es el segundo obispo, en pocos
años, que ha saltado, desde la diócesis palentina, al País
Vasco, pero con una gran diferencia y es que el primero,
Monseñor Blázquez, mi paisano, no era vasco, mientras que
Munilla sí lo es, y además habla esa lengua.
Blázquez que fue recibido allí, en
Bilbao, con cierto desdén, "un tal Blázquez", que dijo
Arzallus, al correr el tiempo, no sé bajo qué presiones, se
ha adaptado y ahora no es rechazado. Sin duda, ha sabido
jugar las cartas que agradan al nacionalismo.
Munilla, ahora, también tiene
enfrente al nacionalismo, salvo a esos 30 párrocos que van a
ser considerados, como los apestados del corte de los
nacionalistas, lo que quiere decir que en contra de Munilla
van a estar los herederos del detestable Setién, el obispo
más cercano y más pro ETA, que ha existido hasta ahora.
Duro lo va a tener el obispo
Munilla, cuando los cachorros de Setién comiencen a hacerle
todo tipo de jugadas, no eclesiales, sino políticas.
Y eso es lo malo, o bueno, según
se mire, que hay en los nombramientos, o en ciertos
nombramientos, como son los párrocos nombrados por el
obispo, que pueden dejar una "simiente" cizañosa, capaz de
desarticular todo el entramado religioso.
Ahora empiezan a hacer el recuento
muchos que fueron víctimas o familiares de víctimas del
terrorismo, del por qué había problemas, incluso, para decir
una misa in memoriam por un asesinado por ETA. Los párrocos,
algunos de ellos, por lo que se ve muchos, sostenían la
tesis de "¿Dónde está escrito que los padres tengan que
querer igual a todos sus hijos?", frase de Setién, en cierto
momento que se quería comparar el tratamiento que se daba a
las víctimas del terrorismo o a los terroristas fallecidos.
Queda claro algo que, desde hace
tiempo, venía flotando en el ambiente, los políticos,
especialmente los nacionalistas, que controlan una gran
parcela, han querido controlar, también y siguen
queriéndolo, el ámbito religioso, con lo que así serían
ellos los que pudieran colocar al obispo que mejor les
conviniera.
Con esto, y que nadie se nos
escandalice, parecen, en ese sentido, querer seguir la línea
que, durante muchos años, siguió Franco, al proponer una
terna a Roma. Ahora, ni terna, ni nada, afortunadamente, con
lo que aunque sea sólo en esto, Roma no se deja presionar,
especialmente por esa línea nacionalista y hace los
nombramientos que considera más idóneos.
Y es que hay ciertas corrientes
políticas, los nacionalismos especialmente, que consideran
todo suyo, lo de sus territorios, hasta el punto de que – y
nos vamos a extender, también, a otras áreas- cuando sobre
esa ley tan controvertida del aborto se han opuesto ciertos
obispos, no faltaron políticos que han dicho:"¿Por qué os
tenéis que meter vosotros en política?".
Esos o una parte de esos, son los
que ahora fuerzan a oponerse, o se oponen directamente a un
Obispo, como Munilla, cuando tome posesión de su cargo el 9
de enero. Será Obispo de San Sebastián, es vasco, pero es
bien sabido que "no bebe los aires" del nacionalismo.
Lo que estos días es problema,
dejará de serlo, siempre que entre, como entró Blázquez, en
el meollo del nacionalismo, con lo que fallaría eso de "al
César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".
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