En noviembre de 2008 escribía yo
lo siguiente: Con Antonio García Gaona suelo hablar
cada vez que nos vemos por la calle. Y lo hacemos siempre
con el respeto que nos tenemos y poniendo a contribución el
afecto que genera el poder conversar a cada paso de cuanto
nos apetezca.
Recordaba yo también que más que
amistad lo que entre nosotros existía se podía calificar de
bocanada de simpatía mutua. La que nos permitía muchas veces
hablarnos sin tapujos aunque sin perder jamás los papeles.
Así que por encima de todo primaban los buenos modales.
García Gaona es el único candidato
a la Presidencia de la Federación de Fútbol de Ceuta. Y me
parece un magnífico aspirante a ese puesto. Tiene juventud,
conocimientos del organismo, no en vano lleva ya varios años
ocupando un cargo destacado en él, y sobre todo porque
siempre se ha distinguido por sus dotes organizativas, en
cuanto concierne al mundo del balón.
Ser presidente de la Federación de
Fútbol de Ceuta, y Antonio lo será muy pronto, es un cargo
destacado en una ciudad donde la afición al fútbol es
enorme. Si bien es cierto que hubo una temporada donde
parecía que el fútbol-sala lo habían inventado en esta
tierra.
A quien será el nuevo presidente
no hace falta decirle que tiene por delante una gran tarea.
Puesto que va a heredar una federación viciada en muchos
aspectos. Y que está pidiendo a gritos que los focos de la
fiscalización alumbren los libros de contabilidad y los
resultados de esa auditoría se hagan públicos antes de que
García Gaona sea elegido presidente.
Y debe ser así, porque Antonio
sabe perfectamente que en ese organismo ha prevalecido
siempre la cuenta de la vieja. Y a él le toca, por encima de
todo, airear a los cuatro vientos las razones habidas para
que toda la contabilidad sea lo que es... De no hacerlo, es
decir, si el nuevo presidente principia su gestión tratando
de ocultar los enjuagues pasados, seguro que nunca va a
poder ejercer su tarea con tranquilidad.
Lo cual sería, además de
improcedente, una rémora para quien, por su juventud y ganas
de trabajar, ha despertado muchas ilusiones. Y éstas pasan
porque Antonio no crea que ser presidente de una federación
le otorga el derecho a escupir por un colmillo.
Pues bien, después de lo referido,
García Gaona fue elegido presidente. Y a partir de ese
momento le fui recordando en este espacio la necesidad que
tenía de encargar una auditoría para que todos supiésemos
que se había hecho en ese organismo con los dineros de las
subvenciones, entre otras cosas más. Arriesgándome a caer en
el redoble de tambor.
Pero García Gaona, cuando lleva
más de un año en el cargo, todavía no ha sido capaz de
atreverse a meter la linterna en esa contabilidad que en el
organismo se ha llevado como si fueran las cuentas del Gran
Capitán.
Anteayer, y en un establecimiento
céntrico, tuve la oportunidad de saludar al presidente de la
Federación de Fútbol de Ceuta, total y absolutamente
entregado a la gestión de Ángel María Villar. Y me
dio vergüenza insistirle acerca de la obligación que tiene
de hacer la auditoría de marras. Y mucho menos se me ocurrió
preguntarle sobre temas relacionados con el Opus Dei.
Faltaría más.
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