Es un espectáculo observar como en estos días navideños,
todos los comercios del primer mundo se encuentran
abarrotados de compradores que invierten grandes cantidades
de dinero en conseguir alimentos y regalos para sus
familiares más próximos. Tanto afán en consumir, apenas nos
deja espacios para pensar en aquellos que carecen de lo más
indispensable. Por eso sería oportuna una reflexión a cerca
de cómo podríamos hacer esto de otra manera que sirviera,
además, para ayudar al tercer mundo.
Me estoy refiriendo al Comercio Justo. Un comercio
alternativo que ofrece a los productores vías para
comercializar sus productos conforme a unos criterios éticos
que integran valores económicos, sociales y ecológicos. Se
trata de un movimiento que tiene cuarenta años de existencia
y que en los últimos años se ha intensificado en España, que
sustenta una relación comercial, basada en el diálogo, la
transparencia y el respeto mutuo. Contribuye al desarrollo
sostenible proporcionando mejores condiciones comerciales y
asegurando sus derechos a los productores y trabajadores
marginados, especialmente en los países del Sur.
Esta forma alternativa de comercio tiene como condiciones
mínimas:
-Garantizar un salario justo al productor que cubra los
costes de producción y le permita llevar una vida digna.
-Destinar una parte de los beneficios de los productores a
las necesidades básicas de su comunidad (sanidad, educación,
vivienda, etc.)
-Evitar la explotación infantil
-Promover la participación en la toma de decisiones con el
funcionamiento democrático en sus organizaciones
-Fomentar la igualdad del hombre y la mujer
-Impulsar la protección del medio ambiente. Favorecer la
elaboración de los artículos con productos naturales, apoyar
a las organizaciones respetuosas con el medio ambiente o
aquellas que tienen certificaciones ecológicas.
Con el Comercio Justo la sociedad recupera el vínculo entre
productor y consumidor, obteniendo éste, junto con el
producto, información del mismo, lo que le permite conocer
más lo que está comprando y el beneficio que produce su
compra.
En definitiva, mediante el Comercio Justo los consumidores
obtienen productos de calidad, con la garantía de que se han
respetado los derechos de los trabajadores y el medio
ambiente, aspectos que deben ser considerados como un plus
de calidad del producto.
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