... y pasando más fatigas que los
leones del circo de Ángel Cristo. ¿O es que acaso no
recuerdan ustedes las viejas imágenes de los felinos
famélicos con apariencia de viejos felpudos apolillados?
Pero no hablemos de anécdotas lamentables en estas fiestas
navideñas, tan cercanas y con iluminación de bajo consumo.
¿Serán tontas las autoridades? En lugar de poner las
ciudades como ascuas para llevar un poco de contento a la
población, van escatimando iluminación o, como en los
madriles, adornando en plan “progre-laico” con una serie de
inventos que, más que adornos navideños, parecen pesadillas,
fruto de un mal viaje con tripys.
Pero todo es relativo, la mayoría del pueblo español echando
las túrdigas de rabia ante la ofensiva cristianófoba y
clamando por usar y abusar de las consultas populares para
según que temas. Porque, las opiniones y el sentir los paren
las urnas y no los privilegiados a quienes tenemos la
desgracia de tener que elegir cada cuatro años, mayormente
porque no hay otra cosa y existe una oferta muy limitada.
Pero los Poderosos no quieren referendums ni jodiendas, sino
hacer su santa voluntad y si quieren palpar la opinión
colectiva encargan alguna que otra encuesta, no vinculante,
por supuesto.
Así, antes los apretones, ciudadanos tibios por tradición,
se prenden un pins con una cruz en la solapa. Hoy, para ser
contestatario y antisistema postinero, hay que acudir a
nuestras tradiciones, reivindicar nuestras raíces y dar
lecciones de multiculturalismo y de ansias de integración
postulando la existencia de cientos de mezquitas en
Occidente y de cientos de catedrales en Oriente. ¡Que bella
es la Alianza de Civilizaciones!. Y todos tan felices y tan
agustamente en plan reciprocidad total. Porque, lo que no es
reciprocidad es mamoneo. Y, en el fondo y en la forma hay
que “buscarse la vida” o si no que se lo pregunten a los
cientos de españoles que cruzan la frontera portuguesa para
comprar móviles para ellos y para los encargos de sus
amistades. Hoy por hoy quien “está en la onda” tiene al
menos un par de móviles portugueses, de esos del 646.
Es cuestión de resiliencia, término tan de moda y que viene
a definir la idiosincrasia española, nos pueden tratar de
doblegar con leyes injustas, pueden vulnerar impunemente
precepto tras precepto de la Constitución, pueden poner como
burda excusa el terrorismo para usar y abusar del temible
SITEL y tenernos a todos perennemente controlados, pueden
contar con complicidades para legalizar los controles
exhaustivos, pero jamás podrán agotar la inevitable
capacidad de ingeniosa reacción de los españoles. Cosa del
ADN, así, en condiciones fatales de recorte de libertades y
con España entera bajo sospecha, a esta raza nuestra, tan
revenía se le agudiza la creatividad. ¿Qué vamos a decir de
un pueblo que vio aparecer la primera y la segunda parte de
El Quijote? ¿Quién puede parar a los descendientes
espirituales de Lázaro de Tormes? Nadie, ni el SITEL ni la
última bocaná de los muertos del invento, ni los mismísimos
leones desesperados del circo de Ángel Cristo. ¿Qué nos
tienen espiados y controlados? Pues a comprar teléfonos
portugueses y si el Ministro hace un pitiklín, pitiklín, a
su homólogo portugués para que también aplique sistemas de
control y de espionaje y obligue a los ciudadanos a dar sus
datos para contratar móviles, entonces está el recambio de
otros países europeos. Vale, vale, muchos mandan a un
engancháo para que compre tarjetas y dé sus datos, pero la
gente “puesta”, los profesionales liberales, los
empresarios, constructores, promotores, comerciantes y demás
“sospechosos” que conforman el tejido productivo de nuestra
España, se alargan a Portugal y vuelven alborozados, con
espíritu numantino, sintiendo que con “eso” están luchando
por una España Libre. Y la lucha por las libertades es
incluso más hermosa que la consecución de la ansiada
libertad.
Y a eso se llama “buscarse la vida” porque, hasta los
desfallecidos felinos de Ángel Cristo saben y conocen que,
cuando nos buscamos la vida es la vida en libertad.
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