Corren rumores insatisfactorios
para las personas que grabaron el vídeo de Pedro Gordillo.
Pero a mí los rumores, por más que estén considerados como
antesala de la noticia, no me interesan en absoluto. Y mucho
menos cuando se trata de una causa sometida ya al poder de
quienes llevan puñetas en la bocamanga. Y a los que uno
respeta tanto como confianza tiene en ellos. De modo que lo
que sea sonará.
Por lo que prefiero referirme al vacío que ha dejado
Gordillo en el PP de Ceuta. Sí, ya sé que nadie es
imprescindible; pero me consta el mucho trabajo que va a
costarle a Juan Vivas continuar la labor que el
anterior presidente estuvo desempeñando durante años,
acompañada de éxitos palpables. Y será así, a pesar de que
Vivas haya sido aceptado y celebrado por los militantes,
mayoritariamente.
No olvidemos que la presidencia de la Ciudad tiene absorbido
a Vivas. A quien le he oído decir que todo el tiempo que
pasa en su despacho es bien poco. Pues bien, semejante tarea
no creo que le permita, por más que trate de multiplicarse,
atender como debe a sus obligaciones como presidente del
partido.
Manejar las riendas de un partido no es fácil. Mantener la
disciplina en el seno de éste tampoco. Tratar de aunar
voluntades a fin de evitar que cundan las facciones y las
guerrillas entre ellas, labor compleja es. En rigor: los
éxitos electorales se deben, amén de contar con un gran
candidato, al trabajo que realiza la fiel infantería del
partido.
De modo que Vivas ha de estar preparado para evitar
desavenencias, imponer la calma, y hasta si es preciso
emplearse contundentemente contra los que no cedan en
pretensiones que terminan dañando la imagen de la
organización.
Vivas ha heredado la presidencia de un partido donde la
disciplina impuesta por Gordillo era férrea. Y motivos
tenemos para dar fe de ello. Y en el cual existen muchos
afiliados que guardan un grato recuerdo del ex presidente. Y
sería absurdo negarles el afecto que aún sienten por él.
Aunque, por razones claras, hayan hecho del silencio su
mejor arma, en momentos donde parece no estar bien visto
nombrar a Pedro. Y, lógicamente, conviene ganarse la
voluntad de esas personas para afrontar posibles
contratiempos.
También se echará de menos la figura de Pedro en cuanto las
gentes no sepan a qué miembro del partido han de dirigirse
para poder ingresar en la lista de los llamados clientes.
Puesto que todos sabemos que el clientelismo es parte
principalísima de los partidos que se precien de poderosos.
Y el PP lo es.
Por todo lo dicho, y por más cuestiones que deseo silenciar,
pronto se dará cuenta Vivas de la necesidad que tiene de
delegar en una persona con capacidad suficiente para que
pueda hacer el trabajo sucio y le controle el partido en
todos los sentidos. Porque no se puede estar en misa y
repicando.
Ahora bien, elegir a un cualquiera, es decir, elegir por
hacer el paripé, tampoco daría buenos resultados. Más bien
todo lo contrario. Y, repasando la lista de aspirantes, veo
que el presidente del partido sólo cuenta con tres opciones
válidas. Y podríamos dar los nombres de ese trío. Pero sería
meternos en camisa de once varas. Y además es mejor no
condenar a nuestros aspirantes de antemano.
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