La Constitución Española acaba de cumplir 31 años de vida
como la Ley de leyes que vertebra todo el ordenamiento
jurídico de nuestro país. La abogacía, una de las
instituciones que integran este sistema, tiene muy presente
a la Carta Magna no sólo porque es de las primeras normas
que se aprenden en la formación universitaria de los
abogados, sino también porque es el alma máter que inspira
su profesión. El decano del Ilustre Colegio de Abogados de
Melilla, Blas Jesús Imbroda, aprovecha esta efemérides para
reflexionar sobre la Constitución y la situación que
atraviesa la Justicia en Melilla en la actualidad.
Pregunta.- Se acaba de celebrar el 31 aniversario de la
Constitución Española en el marco del debate sobre si debe
ser reformada o no. ¿Vd. qué piensa al respecto?
Respuesta.- Yo no soy partidario de estar reformando la
Constitución, por cierto, la mejor y la más importante que
ha tenido España en toda su historia, y que ha propiciado el
periodo de mayor desarrollo y de respeto absoluto a los
principios que configuran un Estado social y democrático de
Derecho.
P.- ¿Cree que el Tribunal Constitucional vive en estos
momentos sus horas bajas por el hecho de que se cuestione su
actividad a raíz de la polémica sobre el Estatuto de
Cataluña?
R.- A mí me parece que bajo ningún concepto se puede aceptar
la presión que se está haciendo al Tribunal Constitucional.
Hay que respetar y procurar su independencia y que resuelva
el recurso de inconstitucionalidad como estime procedente
con arreglo a los principios constitucionales. Pero por otra
parte, he de decir que es muy lamentable y pésimo para la
propia imagen de esta institución tan importante, el retraso
y la demora en la resolución de ese recurso.
P.- Recientemente ha celebrado el Colegio de Abogados de
Melilla la festividad de su Patrona, un buen momento para
hacer balance de los realizado durante el año.
R.- Estoy plenamente satisfecho de cómo ha transcurrido la
semana más importante de la abogacía. Todos los actos han
transcurrido con brillantez. Las jornadas
jurídico-policiales fueron un éxito por la participación y
la altura de los ponentes. También celebramos otros actos,
entre ellos el del Hospital del Rey, con toda la solemnidad
propia de la incorporación de los nuevos abogados y la
entrega de la Medalla de Oro a una persona muy querida,
María Bueno Oliva, cuyo ejemplo dignifica la profesión de la
abogacía. También se la concedimos al Centro Social de la
UNED porque su colaboración con el Colegio de Abogados ha
sido continua en la formación y actividades.
P.- ¿Cuál es la situación actual del Colegio de Abogados
de Melilla?
R.- El Colegio de Abogados ha dado un cambio importante en
los últimos 10 años, fundamentalmente por la incorporación
de muchos abogados. A principios de los 80 este Colegio
tenía poco más de 20 abogados, y ahora tiene alrededor de
250. Es, además, un Colegio eminentemente joven, lo que
implica que tiene mucha vida y fuerza, y quienes lo integran
son personas sumamente competentes. La sociedad de hoy
demanda una abogacía cualificada, preparada, y es necesario
que los colegios de abogados presten servicios que hace unos
años eran impensables para mejorar la defensa del abogado.
El Colegio de Abogados de Melilla nada tiene que envidiar a
ningún otro Colegio, y hemos llegado a ser pioneros en
algunos temas, como el Punto de Información Catastral, o el
proyecto SIGA para informatizar y facilitar el desarrollo
integral de todos los servicios vía telemática. No hemos
parado tampoco en temas de formación continua, lo que ha
permitido que el Colegio sea un ejemplo en la prestación de
servicios de turnos de oficio especializados en Extranjería,
Menores, Violencia de Género... Los abogados de Melilla
están perfectamente preparados para prestar servicio en
todas las actuaciones, incluso en las excepcionales, como
ocurrió durante los saltos de inmigrantes, en los que hubo
que atender a una cantidad ingente de personas. Con nuestro
impulso también se creó el Punto de Encuentro Familiar, que
está ocupando un espacio necesario en la ciudad. Todo esto
es posible gracias al trabajo de muchos abogados. La Junta
de Gobierno es el motor, pero sin el trabajo y el apoyo de
muchos abogados, esto sería impensable.
P.- ¿Cuáles son los retos que se plantea el Colegio de
Abogados para un futuro próximo?
R.- Ahora mismo estamos trabajando en dos retos importantes.
Uno es la creación de la Escuela de Prácticas Jurídicas en
Melilla, que espero que sea una realidad próximamente. No
puedo decir un plazo exactamente, pero queremos crearla el
curso que viene. También estamos impulsando, y así nos hemos
dirigido a la Viceconsejería de la Mujer, para la creación
de un Centro de Mediación Familiar, lo cual es muy
importante. Y una asignatura pendiente que tiene este
Colegio, y que es absolutamente necesaria, es lograr una
nueva sede en la que se puedan prestar con la máxima
dignidad los muchos servicios de los que hoy se tiene que
ocupar el Colegio de Abogados.
P.- Este cambio de sede, imagino que va vinculado al
crecimiento que ha experimentado el Colegio.
R.- Completamente. La sede que en los años 80 se creó era
una magnífica sede, y nos parecía amplísima, pero hoy, un
Colegio en el que tiene cabida un sinfín de servicios que
hay que prestar y organizar a unos 250 abogados, hace
absolutamente necesario el cambio de sede.
P.- El Centro de Mediación Familiar ¿supondrá una
disminución de los juicios que soportan los Juzgados de
Melilla?
R.- Debe. En España no hay cultura de la mediación, hay
cultura del pleito, de ir a los juzgados. Pero esto tendrá
que cambiar algún día. Hay que educar a la sociedad en la
necesidad de eludir el pleito y solucionarlo con
planteamientos extrajudiciales, con la mediación, no sólo en
el ámbito familiar, sino también en los demás. Esto es muy
importante porque serviría para resolver antes y más rápido
los problemas y, además, se descongestionaría y haría más
ágil la Justicia, donde sólo se resolvería lo que no ha
podido hacerse por la vía de la mediación. Los que hacemos
mediación somos los abogados, que en nuestros despachos
intentamos siempre con el abogado de la parte contraria
buscar una solución extrajudicial, pero muchas veces no se
encuentra. En Inglaterra la mediación es importantísima, y
un abogado no puede ir a un pleito sin previamente haber
intentado la mediación de todas las formas posibles, algo
que hay que acreditar ante el juez.
P.- En Melilla se han creado recientemente nuevos
juzgados, pero se han sacado fuera de las Torres V
Centenario por falta de espacio. ¿Eso resta operatividad a
los abogados y al funcionamiento de la vida judicial en
Melilla?
R.- Es un absurdo lo que ha ocurrido, y una falta de
previsión. Si la Torre V Centenario tiene como finalidad que
estén los órganos judiciales para facilitar y agilizar
cualquier tema a los profesionales y ciudadanos, no tiene
sentido que haya que estar sacando los órganos judiciales de
la Torre. Hubiera sido más eficaz y un gesto de previsión
que se hubiera hecho una sede para el Ingesa y dejar la
Torre para los órganos judiciales, ya que ése era el
objetivo final. Desde mi punto de vista, es un disparate que
en Melilla no haya una gerencia de Justicia y dependamos de
la gerencia de Justicia de Málaga, la cual se ha quedado sin
contenido porque sus competencias han pasado a la Junta de
Andalucía. Su única competencia ahora es Melilla, porque
nuestra ciudad sí depende del Ministerio de Justicia. ¿Qué
sentido tiene que la gerencia de Justicia esté en Málaga,
donde no tiene competencias, y sin embargo no esté en
Melilla, donde sí las tiene? Eso hay que reorganizarlo. Y
otra de las cosas que reivindico es que en Melilla haya una
Audiencia Provincial, con las mismas competencias que tiene
la Sección, pero que sea una Audiencia Provincial que siga
dependiendo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía,
como hasta ahora. Melilla ha crecido en todos los órdenes,
en la estructura del Estado somos prácticamente una
autonomía, y en el tema de Justicia somos un pueblo de
Málaga.
P.- Hace poco Vd. ha visitado al Defensor del Pueblo para
reclamar que se garanticen los derechos de asistencia
jurídica a los inmigrantes marroquíes en Melilla. ¿Qué
ocurre en torno a este asunto?
R.- Mi visita al Defensor del Pueblo fue para plantearle un
sinsentido y un disparate jurídico que se está produciendo
en Melilla en los expedientes de devolución de marroquíes
para la concesión de asistencia jurídica gratuita. Se están
exigiendo tales requisitos, que imposibilitan en la práctica
que se les preste ese servicio. Es un disparate porque sólo
se hace con los marroquíes y no con los de demás
nacionalidades, lo cual es un agravio comparativo. El
procedimiento que se sigue con los inmigrantes de otras
nacionalidades es acertado, siguiendo criterios flexibles y
humanitarios. Lo están haciendo bien con los demás, y no con
los marroquíes. Además, para que le den la asistencia
gratuita a los marroquíes deben justificar que no tienen
solvencia económica, mientras que a los demás, con un simple
papel de que residen en el CETI es suficiente. A los
marroquíes se les exige documentación que deben ir a buscar
a Marruecos, con el contrasentido de que se les expulsa con
prohibición de entrada en España, de modo que no podrán
traer esa documentación. Desde el Colegio de Abogados
pedimos que esa insolvencia económica se pruebe con
documentación de España, ya que tenemos convenios firmados
con varias instituciones, pero no nos lo admiten. Esa
documentación española se admite en los casos de las demás
jurisdicciones, pero no en este caso de inmigrantes
marroquíes. Además, no se les da la opción de pagar una
multa por estar en situación irregular en España porque la
Administración dice que no tienen medios económicos. Sin
embargo, se les niega la asistencia jurídica gratuita
alegando que puede tenerlos. En Ceuta sí le dan la
asistencia jurídica gratuita a los inmigrantes marroquíes.
P.- ¿Cómo ven desde el Colegio de Abogados el limbo
jurídico que tiene atrapados en Melilla a los inmigrantes de
Bangladesh desde hace ya varios años?
R.- Lo vemos como una inhumanidad. Tendrían que darle ya una
solución, hay vías legales y jurídicas y, sobre todo
humanitarias, para que estas personas tengan una solución y
una oportunidad de vida.
P.- En Melilla se vive de cerca el caso de Mohamed El Bay
y Ali Aarras y la posibilidad de que sean extraditados a
Marruecos pese a ser ciudadanos comunitarios. ¿Cree que eso
sentaría un precedente para los miembros de la comunidad
musulmana de Melilla?
R.- Estoy completamente en desacuerdo en que se acceda a una
extradición a alguien que sea español. Si alguien es español
no debería haberse concedido esa extradición y debe ser
juzgado en España. Y si ha cometido un delito, que sea
juzgado en España y si tiene que cumplir una pena, que lo
haga en España.
P.- ¿Qué piensa de que se restrinja la jurisdicción
universal a la Audiencia Nacional para que se limite sólo a
los casos en que haya implicados ciudadanos españoles?
R.- Opino que había que poner límite a las competencias de
la Audiencia Nacional. No tiene sentido que la Audiencia
Nacional se convierta en un Tribunal Penal Internacional. Ya
existe uno, que es la Corte Penal Internacional de La Haya,
del que España forma parte y es un país que apoyó
activamente su creación y desarrolla un papel importante en
la puesta en funcionamiento y en que hoy sea una realidad.
P.- ¿Es difícil ser decano del Colegio de Abogados
apellidándose Imbroda y viviendo en Melilla?
R.- Lo primero que he de decir es que me siento
orgullosísimo de llamarme Imbroda. Y me siento orgullosísimo
del padre que he tenido, de la madre que tengo y de los
hermanos que tengo. De todos ellos. La inmensa mayoría de la
sociedad la forman personas buenas y equilibradas. Qué duda
cabe de que hay muchísima gente buena. En consecuencia, ser
decano o desarrollar una actividad en esta ciudad no tiene
que comportar ningún problema. Pero también hay personajes
que sus miserias le afloran desagraciadamente en algunas o
muchas ocasiones. Pero así es la vida. No me provocan la
menor alteración en mi vida ni en mi camino. Hay un
proverbio que dice ‘No te pares cada vez que un perro ladre
porque si no, nunca llegarás al final del camino’. Éste es
un proverbio que es un principio también.
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