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OPINIÓN - MARTES, 8 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / MIS COSAS

Mis cosas
 


ADE
ade
@elpueblodeceuta.com
 

Hoy me gustaría rendirle un homenaje, al que fue el rey de la casa en las fechas navideñas, el pollo. El pollo fue, en aquella época de hambre, el alimento que teníamos los pobres en las fiestas navideñas, pasera sentarnos a la mesa y sentirnos, por una noche, auténticos señores degustando el más rico de los manjares que en navidades podía haber, sobre el raído mantel de la vieja mesa del comedor.

Algún siglo de estos voy a crear una sociedad dedicada a la defensa del pollo, que tanta hambre quitó en aquellos tiempos de mi juventud. Cosa que me valdrá para matar dos pájaros de un tiro, la defensa del noble animal, y recibir alguna que otra subvención, como reciben algunas de esas asociaciones creadas para defender chorradas. Porque en este hermoso país, aún llamado España, chorrada que se crea, subvenciones que te pego.

Pero volvamos al pollo, motivo de mí homenaje. Todos los vecinos, bueno lo que podían disponer de un duro, compraban un pequeño pollo, al que iban criando hasta la llegada de las fiestas navideñas, en la que, por supuesto, ya se había convertido ese pollito pequeño

en un pedazo de pollo , de aquí te quiero ver. O sea preparado para ser cocinado y engullido por los “capitalistas de las alpargatas”. Y ahí, cuando había que darle el matariles es cuando, realmente, empezaban los grandes problemas. ¿A ver quién era el guapo, de la familia, qué se sentía capaz de cortarle el pescuezo al animal?. Ese animal que habíamos visto crecer y al que, se quiera o no, se le había tomado cariño.

Ante tal situación surgían dos opciones. Primera, el más viejo de la casa, cuchillo en mano, se dirigía al pollo y le cortaba el pescuezo, con todo el dolor de su corazón, mientras los más pequeños mirábamos hacia otro lado para ocultar nuestras lágrimas. Segunda, alguien de la casa preguntaba, mientras miraba al pollo a los ojos, sintiendo que se les destrozaba el alma, ¿hay patatas y un par de huevos, por qué no hacemos una tortilla y dejamos el pollo para fin de año?. Aplausos de todos los presentes, de momento, el pollo había salvado a vida.

Todos a comernos el trozo de tortilla de patata que nos correspondía y de la cual también participaba el animal. Oiga, es que mirar al pollo a los ojos, y ver en ellos su mirada limpia, sin odio, sin rencor, me llevaba a pensar, qué si todo los humanos mirásemos con la mirada limpia del pollo, seriamos mejores en todos los aspectos de nuestras vidas.

Dejar a aquel pollo, que habíamos comprado cuando era pequeño de color amarillo, con vida era el mejor homenaje que le podíamos hacer a quien tanta hambre quito a los pobres de aquella época, donde los pollos, eran pollos de verdad, con su carne sonrosada y dura, que tenía una gran diferencia con estos pollos, de hoy día, que le pegas un bocado y si te descuidas de tanto como estira te puedes pegar con todo el hueso en la boca.

Vaya desde aquí, como he dicho al principio, mi particular homenaje al animal, el pollo, que tan socorrido fue en la época del hambre y cuya carne, en las fiestas navideñas, no sabían a los pobres a “bocata di cardinali” ¡Viva el pollo!.
 

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