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sociedad - MARTES, 8 DE DICIEMBRE DE 2009


el Rhone. archivo.

PARADA DE UN BARCO QUIMIQUERO
 

Noventa días esperando a Godot

La ITF trata de acelerar la repatriación de la tripulación del ‘Rhone’ antes de que llegue la Navidad, el frío y la desesperación de sus familias por la separación y el impago de los salarios por parte del armador
 

CEUTA
José García

ceuta
@elpueblodeceuta.com

Como en la conocida pieza de teatro del absurdo escrita por Samuel Beckett a finales de la década de los cuarenta, los tripulantes del Rhone siguen esperando junto al camino a que Godot venga a auxiliarlos y los lleve de regreso a casa. Pero, también como en el texto existencialista, la única declaración parecida a una respuesta es que “mañana vendrá”.

¿Quién sería Godot en la tragedia del barco quimiquero? ¿La embajada turca?, ¿el banco propietario, Yupi Kredit Financial?, ¿la empresa que adquirió el buque por sistema de leasing y luego no pudo pagarlo, Ortak Denicilik? ¿el juez que obligue al armador a pagar los salarios de los diez trabajadores que aun permanecen a bordo de la embarcación atracada en el puerto de Ceuta hace ya casi tres meses?

En la UGT, que le ha estado prestando apoyo directo y por mediación de la Federación Internacional de Transportes (ITF), su secretario general para el ramo, Ramón Sánchez, observa la situación con extrema preocupación: “La espera los tiene desesperados. Ayer los vi paseando por la ciudad y los encontré abatidos por el aburrimiento”.

El capitán marítimo, Jesús Fernández Lera, tampoco es capaz de mejorar el diagnóstico: “Están hechos polvo y no sé cuánto más va a durar esta situación absolutamente desesperante, porque no encuentran ninguna respuesta ni de los armadores ni de las autoridades turcas”.

En la ITF todos los esfuerzos se dirigen a ‘acelerar el reloj’ de las empresas y las instituciones otomanas, acostumbradas, desde que comenzó la crisis, a tener cientos de barcos parados en las mismas costas del Bósforo. “Me he pasado toda la semana esperando un gesto de la embajada turca y el permiso de la oficina central de la ITF en Londres para iniciar la demanda por impago y pedir el embargo preventivo del barco”, explica EL PUEBLO el inspector y coordinador en España de la Internacional de Transportes, José Manuel Ortega.

El capitán marítimo señala que, no obstante, las condiciones de vida en el barco han mejorado sensiblemente desde que el armador se dignara a mandarles gasoil para utilizar los motores que iluminan la embarcación y mil euros para víveres. “Sin embargo, la situación global es muy grave”, apostilla Fernández Lera.

Desde que se produjo este gesto, la tripulación del Rhone no ha vuelto a pedir ayuda a la UGT, que se encargaba de suministrarle productos perecederos para su alimentación, ni a la Cruz Blanca, que les ha estado facilitando otro tipo de sustento.

También podría ser que el papel de Godot lo interprete la ITF: “Ellos confían en la federación, porque saben que no les vamos a defraudar. Somos su salvavidas”, apunta Ramón Sánchez.

La intención de UGT y la ITF es poder tener todo el asunto resuelto antes de que llegue la Navidad. Esto implica tanto la presentación de la demanda, como la admisión a trámite por parte del juez de Ceuta, como los billetes que habría de facilitar la embajada turca para que la tripulación pueda regresar a casa. Según el plan trazado, estas son las tres condiciones que deberán cumplirse antes de que los marineros del barco quimiquero puedan emprender el regreso a su hogar.

Ramón Sánchez asegura que si la situación resulta insostenible para los tripulantes que se quedaron varados en las costas de este rincón del norte de África, peor resulta aún la de sus familias en Turquía. “Ellos aquí tienen al menos lo indispensable para subsistir, pero sus familias llevan meses sin recibir ingresos ni ningún tipo de ayuda a causa de los salarios impagados”, relata Ramón Sánchez.

No profesan la religión cristiana, pero aun así resultaría absolutamente inaguantable que llegue la Pascua y el invierno y los tripulantes del barco quimiquero sigan esperando a que Godot venga a sacarlos de la abulia y la carencia de significado en que parece haberse detenido sus vidas. La tragedia sería que, como en la obra teatral, Godot nunca venga.
 

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