Es como podemos enjuiciar la
concesión a Antonio Benítez Bautista de la Medalla al Mérito
del Trabajo concedida por el Gobierno de la Nación.
Hace un par de semanas me encontraba, un día, con mi amigo
Antonio Benítez y me decía que era muy posible que, por lo
que le habían comentado, le otorgaran este galardón, pero
que como eso era una cosa muy seria, hasta que no fuera
oficial esta concesión que guardara silencio sobre ello.
Evidentemente, no podía hacer otra cosa más que callar,
porque, también en esto, Antonio Benítez hacía partícipes de
su propia alegría a sus amigos, pero no quería airear nada
hasta que no hubiera total certeza en ello.
Muy en su línea, jamás habría hecho nada fuera de la
realidad más palpable y, ahora, la realidad es que toda una
vida dedicada al trabajo, a la seriedad, al buen hacer y al
superarse a sí mismo, ha sido recompensada con el galardón
más importante que puede recibir un hombre de bien,
reconocimiento a su trabajo, llevado a cabo, desde su
juventud, con honradez y sencillez.
El sábado, en torno al medio día, me encontraba con Antonio
Benítez y, dentro de que no es hombre al que agraden los
excesos en nada, veíamos que la satisfacción le salía por
todos los poros, porque ha visto compensado todo su
esfuerzo, no sólo con haber creado una importantísima red de
establecimientos de joyería, sino también por haber sido
recompensado con el reconocimiento que se traduce en una
distinción que, para todo aquel que la recibe, es un honor.
Y además, es una satisfacción, todavía mayor, recibir esta
merecida recompensa, cuando uno la puede disfrutar de
verdad, con los suyos, para poder demostrar a su propia
familia, a sus amigos y a sus muchos clientes, que lo que
hizo, que su entrega y su esfuerzo, no han caído en saco
roto. Se ha visto, también, desde fuera y se ha sabido
valorar desde las primeras autoridades locales, a nivel de
Estado, lo que implica por un lado que desde la Delegación
del Gobierno se sabe, se conoce y se tiene el tino
suficiente como para saber valorar lo que hay aquí, y por
otro, que Ceuta, una vez más, estará presente en esa fecha
que recibirá esta recompensa un ceutí de adopción, que llegó
a estas tierras siendo un joven, que aquí pasó la mayor
parte de su vida, que aquí nacieron sus hijos, que aquí se
ha labrado y mantiene su patrimonio y que, ni siquiera,
cuando el comercio flaqueó aquí, pensó jamás en marcharse al
otro lado del estrecho.
A pesar de sus 89 años, Antonio Benítez sigue siendo un
hombre joven, todavía, en su forma de pensar y de actuar,
porque su pensamiento va unido a lo que son unos
establecimientos serios que saben ganar clientes cada día, y
su actuación está, aunque ya jubilado, en pasar cada día por
cada una de sus joyerías para poder decir, si es preciso, la
última palabra, cuando él ve que algo se puede mejorar..
A lo largo de los muchos años que llevo en Ceuta, he visto
como se ha recompensado a muchas personas por su tarea,
durante su vida. Esta recompensa a Antonio Benítez será, sin
duda, una de las más merecidas y una de las que,
particularmente, más me han agradado, al haber sido
concedida a alguien que lo merecía de veras. Desde luego, no
puedo terminar mi columna sin felicitar, al mismo tiempo, al
delegado del Gobierno, porque aquí, también, supo dar en la
verdadera diana. Felicidades.
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