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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE DICIEMBRE DE 2009

 
OPINIÓN / VENTANA ABIERTA

Horarios nocturnos

Por Miguel Ángel de la Huerga (Orientador Familiar)


No conozco algún padre que esté de acuerdo con los horarios nocturnos de sus hijos, en los días de salida. Se ha pasado en relativo poco tiempo de “a las diez en casa estés”, a comenzar la salida a las once y hasta las doce de la noche, para terminar más allá del amanecer en algunos casos. Como los juerguistas de otras épocas van cerrando locales para acceder a otros más trasnochadores y todo esto en jóvenes menores de edad en muchos casos.

Es hasta cómico contemplar a los adolescentes negociando con sus padres para conseguir un cuarto de hora más a cada fin de semana, con el único argumento de que a sus amigos ya les dejan y no van a volverse solos. No cuenta en absoluto el terror que por lógicas razones, esto produce en los padres que van a vigilar disimuladamente en los primeros tiempos, esperar despiertos la vuelta en los siguientes, para mas adelante pasar la noche en duermevela.

Entendemos que no es justo que los padres se sometan a este martirio, sin ninguna explicación razonable que podría ser la necesidad de estos horarios para conseguir algo provechoso en la formación del adolescente. Por el contrario los peligros son numerosos y en algunos casos trágicos como recientemente hemos conocido.

La pregunta podría ser: ¿Si la responsabilidad de la educación del menor es enteramente de los padres, y éstos unánimemente no están de acuerdo con esta forma de comportamiento nocturno de sus hijos, qué es lo que ha llevado irremediablemente a esta situación que se presenta hoy como irreversible?

La respuesta no es fácil ni única; pero mucho parece tener que ver con la cultura de la postmodernidad en la que estamos inmersos, donde cualquier tipo de autoridad, incluida la paterna, se ha socavado y el concepto de libertad se ha entendido como no sometimiento a regla alguna. Aunque sea duro reconocerlo, los verdaderos culpables hemos sido los padres que aún sin la colaboración externa, deberíamos haber sabido organizarnos socialmente para que las cosas fueran como nosotros entendemos son más convenientes en la formación de nuestros hijos de la que, repito, somos los máximos responsables.
 

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