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OPINIÓN - DOMINGO, 6 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El crucifijo
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Bastante calvario pasaría, hace más de dos mil años, Cristo, para que ahora vengan cuatro políticos de turno, con otros cuantos apoyos, a discutir si hay que quitar del crucifijo de las aulas en las que los había, o si hay que dejarlos.

Los políticos, que cuando les conviene, apelan a lo que dicen sus posibles o hipotéticos votantes, deberían, con este asunto, meterse debajo de la mesa, por el alubión de opiniones en contra, frente a un “puñao” de los que les apoyan en este asunto.

Y es que va siendo hora de que se dejen de ir contando los árboles y perdiéndose entre ellos, sin haber visto el bosque, y empiecen a abordar otros problemas que son vitales y que pasan meses y años sin tratar de enmendarlos.

El sí o el no del crucifijo en las clases, va a convertirse en una discusión bizantina, que cuando haya concluido no habrá hecho cambiar, para nada, el interés en una clase, el nivel de los alumnos, o los problemas que en sí tiene la educación, con lo que quitar o dejar el cristo en las aulas no va a hacer que nuestros alumnos pasen a ser todos unas lumbreras, ni va a hacer que vayan a peor, porque esto último sí que sería difícil.

Con todo, a aquellos que legislan y a quienes apliquen las leyes sobre lo legislado, les puedo decir que en los años que llevo en las aulas, primero como discente, luego como docente, más tarde alternando ser profesor y a la vez alumno, ahora otra vez, únicamente, profesor, y habiendo pasado por centros tan variopintos y diferentes como, una pequeña escuela en un pueblecito de Ávila, luego en un colegio en Piedrahita (Ávila), más tarde en el Instituto Cervantes de Madrid, también en el Fray Luis de León de Salamanca, en las Facultades de Derecho y de Filosofía de Salamanca, en la Universidad de Munich, en la Facultad de Políticas de Madrid, además de haber impartido clases en los institutos de Jerez de los Caballeros, de Badajoz, en el Instituto Femenino de Ceuta, en el Abyla, de Ceuta, en el Jorge Manrique de Palencia y ahora, desde hace 17 cursos en el Instituto Siete Colinas de Ceuta. Pues bien, de todos estos lugares, en unos había crucifijos en las clases, en otros no, pero lo cierto y verdad es que allí donde los había nunca el cristo aquel bajó a hacer un examen y a ayudar a ninguno de los alumnos, fuera de la creencia que fuera, así como tampoco promovió el desorden que, a veces, hay en ciertas clases, por no haberse preocupado, de verdad, los legisladores en que, por encima de todo, las clases son lugares de formación, a donde tienen que ir los alumnos a formarse, no a pasar el rato, para evitar que estén sueltos por las calles.

A estas alturas y puedo hablar por mí, no hay en toda España muchas docenas de personas que hayan estado más horas que yo en las clases, como alumno y como profesor, y creo, en honor a la verdad que, ni donde hay alumnos de una sola creencia, la católica, ni en los centros en los que hay alumnos de varias creencias, no hubo ni uno solo de estos alumnos que dijera que a él le molestaba que allí hubiera un crucifijo, que, por otro lado, tampoco ocupaba ningún pupitre, ni gastaba papel o tiza.

Con todos los respetos para las mentes librepensantes que se quieren deshacer de algo que siempre hubo en nuestra cultura, sin más, el retirarlo ahora de la circulación, me parece una chorrada.

Por cierto, señor Obispo ¿Qué nos puede decir usted sobre este asunto?. Al menos que “al césar lo que es del césar, pero a Dios lo que es de Dios”.
 

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