Entro en una dinámica de
reencuentros con viejos conocidos y amigos de una época tan
lejana que sólo está en mi recuerdo.
Contactos a través de ese adelanto tecnológico que anula el
correo tradicional y que tiene ese nombre inglés de e-mail y
que me llevan a saber de quienes formaron la pandilla de la
infancia y juventud de uno.
Cuarenta y cinco años después, uno descubre que quienes
fueron sus vecinos, amigos y compañeros andan ahora bien de
salud y de trabajo.
Muchos de aquellos compañeros escalaron posiciones en la
vida laboral y social con profesiones de empaque y señorío.
Bueno, tantos recuerdos deja el pasado que incluyo aquellas
aulas de Ceuta en las que imperaba el crucifijo
perfectamente clavado en medio de la pared donde
habitualmente se instala el maestro o profesor y que domina,
con la mirada moribunda de un señor clavado en la misma, a
todos.
El empaque morboso que presenta un crucifijo ante los ojos
de los niños y niñas vulnera el derecho a la libertad de
pensamiento y condiciona su educación dentro de unos valores
que, hoy por hoy, son totalmente obsoletos.
El crucifijo colgado en las aulas significa una simbología
del pasado con una clara connotación de imposición.
Ahora se debate en las altas instituciones la supresión del
crucifijo, de manera definitiva, de las aulas escolares. No
aclaran si se tratan de todas, de las públicas y/o
concertadas.
Está bien que la oposición, en éste caso concreto el PP, se
oponga al desmantelamiento de la cruz pero sin exagerar.
Que quiten simbología religiosa de los colegios no significa
que tengamos que anular los belenes, que tengamos que
derruir las fachadas del Obradoiro o el templo de la Sagrada
Familia, ni se va a prohibir la cantada de villancicos, ni
vamos a fusilar a los Reyes Magos… ahí exageran los
conservadores.
Es verdad que existen países europeos, once más o menos, que
tiene la cruz pintada en sus banderas (en España tenemos
Asturias), pero la bandera de España no la tiene, a menos
que quieran interpretarla así la forma que tiene las
divisiones (cuatro) de nuestro escudo.
Los conservadores, concretamente los peperos, se jactan
continuamente de ser respetuosos y totalmente acatadores de
las sentencias judiciales, vengan éstas del Constitucional
y/o del Supremo, pero a la hora de la verdad NI LA ACATAN NI
OBEDECEN.
Deben tener en cuenta, los conservadores y el ordenamiento
jurídico español en general, que ya existen sentencias de
ambas instituciones que rechazan los símbolos religiosos en
clase.
Imponerlos significa violar la libertad religiosa.
Lamentable la explosión del presidente del Vaticano,
Benedicto XVI, en su declaración “… ahora tenemos que
intentar con todas las fuerzas conservar los símbolos de
nuestra fe para quién cree y para quién no cree…”. Se nota
clamorosamente su ascendencia nazi.
La Inquisición sigue viva. Herejes: huid pies en polvorosa.
Supongo que mandará a las fuerzas de la Guardia Suiza en una
nueva Cruzada, durante la cual rodarán cabezas, como en
tiempos medievales.
En cuanto a lo de las calabazas, en referencia a Halloween,
lamento sinceramente las calabazas de la iglesia católica al
Jesús de Nazaret que se representa en esos crucifijos que
tanto defienden, así como el incremento del paro por quienes
lo fabrican.
No se porqué pero les oigo hablar más de la herramienta de
un asesinato que de la persona que fue asesinada.
Cuando deben saber que las calabazas molan, porque se ponen
una vez al año y los crucifijos pretenden tenerlos ahí todo
el año.
Que los jerifaltes peperos digan que estamos intentando
hacer creer que el malo de la película es el PP… están
equivocados. En realidad son los malos de la vida real.
Preguntárselo al obispo de Alcalá de Henares. Su misa por
los caídos es épica.
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