Quienes nacimos en aquella época
en la que había muy poco para comer, cuando nos sentábamos a
la mesa, hemos sabido valorar mucho más lo que son los
alimentos, su utilización y su variedad, que quienes han
nacido con el frigorífico lleno de todo, con mil productos
que bien utilizados y compaginados constituyen un equilibrio
alimenticio casi perfecto.
Recuerdo de pequeño que eso del postre era algo así como un
lujo, algo que pocas veces entraba en la dieta normal y
cuando “caía” una manzana, una pera o un racimo de uvas era
algo así como si hubiera llegado la fiesta del pueblo.
Un primero un y un segundo “ los domingos y fiestas de
guardar”, un primero aceptable algunos días y un plato con
lo que fuera la mayor parte de los días de la semana. No
había otra cosa, pero lo que había se administraba
correctamente.
Ahora es otra cosa y como hay de todo, especialmente los
nenes juegan, más de la cuenta, a “esto no me gusta”,
mientras que al día siguiente la canción es “yo sólo quiero
esto”, y los padres, que en muchas ocasiones siguen los
“caprichos” del niño, pero otras muchísimas veces más, están
atentos a lo que dice la televisión, optan, con demasiada
frecuencia por el “come lo que quieras y déjame en paz”. Así
estamos llegando a una situación tan anormal como es esta de
que casi la mitad de los niños se alimentan mal, así como
suena, en torno a un 47%, y esto cuando hay de todo, cuando
el pescado se puede elegir de primera, segunda o tercera
clase, lo mismo que sucede con la carne, con la fruta y con
todo lo demás.
A pesar de eso, los niños entre uno y diez años comen mal,
no saben comer y no los enseñan, porque los hábitos
familiares, no la economía, son inapropiados, para dar a los
niños lo que debiera ser una dieta equilibrada y sana.
Y es que la sociedad de consumo, curiosamente, también ha
llegado a la cocina, y no para llenar la despensa de mucho y
muy variado, sino para adquirir aquello que más se anuncia,
aunque no sea, ni lo mejor, ni lo que más falta hace.
El niño “malcomedor” se caracteriza por ingerir poca
cantidad de alimentos, aun teniendo de todo, por ingerir
poca variedad y prefiere aquello que le apetece más, sin ser
lo más sano, con lo que se está llegando a que un 4% de los
niños sean obesos desde pequeños.
Un reciente estudio, elaborado por el Observatorio de la
Nutrición Infantil, revela que una tercera parte de los
niños, cuando se sienta a la mesa, come muy poca variedad de
alimentos y que alrededor del 50% de ellos nunca llega a
comer alimentos como verduras, legumbres o pescados, en unas
ocasiones porque dicen que no les gustan y en otras porque
son más llamativos esos otros alimentos que suelen ver en
los anuncios.
Estos malos hábitos alimenticios de los niños tienen su
origen en los malos hábitos por parte de los padres, cuando
“pasan” de lo que hacen los niños, o no se interesan ante la
persistente actitud caprichosa, por ciertos deseos de los
niños o ante la ausencia de unas normas correctas para las
comidas.
En nuestros días, tanto padres, como niños, en un porcentaje
muy elevado, comen mientras ven la televisión, con lo que o
comen a medias o tardan en comer el doble de lo que sería
normal, con lo que la tranquilidad durante la comida suele
ser muy relativa y muchos padres se ven sobrepasados por las
actitudes de sus hijos a la hora de comer.
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