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OPINIÓN - SÁBADO, 5 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Alimentación y salud
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Quienes nacimos en aquella época en la que había muy poco para comer, cuando nos sentábamos a la mesa, hemos sabido valorar mucho más lo que son los alimentos, su utilización y su variedad, que quienes han nacido con el frigorífico lleno de todo, con mil productos que bien utilizados y compaginados constituyen un equilibrio alimenticio casi perfecto.

Recuerdo de pequeño que eso del postre era algo así como un lujo, algo que pocas veces entraba en la dieta normal y cuando “caía” una manzana, una pera o un racimo de uvas era algo así como si hubiera llegado la fiesta del pueblo.

Un primero un y un segundo “ los domingos y fiestas de guardar”, un primero aceptable algunos días y un plato con lo que fuera la mayor parte de los días de la semana. No había otra cosa, pero lo que había se administraba correctamente.

Ahora es otra cosa y como hay de todo, especialmente los nenes juegan, más de la cuenta, a “esto no me gusta”, mientras que al día siguiente la canción es “yo sólo quiero esto”, y los padres, que en muchas ocasiones siguen los “caprichos” del niño, pero otras muchísimas veces más, están atentos a lo que dice la televisión, optan, con demasiada frecuencia por el “come lo que quieras y déjame en paz”. Así estamos llegando a una situación tan anormal como es esta de que casi la mitad de los niños se alimentan mal, así como suena, en torno a un 47%, y esto cuando hay de todo, cuando el pescado se puede elegir de primera, segunda o tercera clase, lo mismo que sucede con la carne, con la fruta y con todo lo demás.

A pesar de eso, los niños entre uno y diez años comen mal, no saben comer y no los enseñan, porque los hábitos familiares, no la economía, son inapropiados, para dar a los niños lo que debiera ser una dieta equilibrada y sana.

Y es que la sociedad de consumo, curiosamente, también ha llegado a la cocina, y no para llenar la despensa de mucho y muy variado, sino para adquirir aquello que más se anuncia, aunque no sea, ni lo mejor, ni lo que más falta hace.

El niño “malcomedor” se caracteriza por ingerir poca cantidad de alimentos, aun teniendo de todo, por ingerir poca variedad y prefiere aquello que le apetece más, sin ser lo más sano, con lo que se está llegando a que un 4% de los niños sean obesos desde pequeños.

Un reciente estudio, elaborado por el Observatorio de la Nutrición Infantil, revela que una tercera parte de los niños, cuando se sienta a la mesa, come muy poca variedad de alimentos y que alrededor del 50% de ellos nunca llega a comer alimentos como verduras, legumbres o pescados, en unas ocasiones porque dicen que no les gustan y en otras porque son más llamativos esos otros alimentos que suelen ver en los anuncios.

Estos malos hábitos alimenticios de los niños tienen su origen en los malos hábitos por parte de los padres, cuando “pasan” de lo que hacen los niños, o no se interesan ante la persistente actitud caprichosa, por ciertos deseos de los niños o ante la ausencia de unas normas correctas para las comidas.

En nuestros días, tanto padres, como niños, en un porcentaje muy elevado, comen mientras ven la televisión, con lo que o comen a medias o tardan en comer el doble de lo que sería normal, con lo que la tranquilidad durante la comida suele ser muy relativa y muchos padres se ven sobrepasados por las actitudes de sus hijos a la hora de comer.
 

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