El otro día, cuando caminaba por
el paseo del Rebellín, hallé a Isidro Hurtado de Mendoza
que iba conduciendo su cochecito de la felicidad. Nunca
mejor dicho: pues en su interior dormía plácidamente su
hijo. Y fue Isidro quien me dijo que había saludado a
Pedro Gordillo muy cerca del edificio de Trujillo.
Y tuve suerte; ya que apenas había andado unos metros cuando
vi a Pedro y a Conchita rodeados por varias personas que
querían saber de ellos. Sucedió que Pedro me divisó muy
pronto y con celeridad anduvo el trecho que nos separaba
para poder fundirnos en un abrazo sentido.
Parece mentira que eso pueda ocurrir con una persona a la
que había empezado a tratar hace nada y menos. Es decir,
cinco o seis meses mal contados. Eso sí, durante ese tiempo
fui descubriendo la forma de ser de un hombre revestido de
poder y entusiasmado por sentirse pieza destacada del
partido más votado en esta ciudad.
Amén del abrazo, me puse a su disposición en lo que mi
modesta persona pudiera servirle. Y a continuación besé a
Conchita. La que, si mal no recuerdo, me presentaron en
la última fiesta dada por Carlos Chocrón. Más o menos
anteayer.
Confieso que el saludo, corto y verdadero, me supo a bien.
Porque en ningún momento me salió la vena de quien escribe
en periódicos y lo primero que piensa es aprovecharse de la
situación para ahondar en lo ocurrido y poder contar
cualquier respuesta de las personas que están pasando por
tan mal trance.
Si bien deduje, en tan escasos minutos del encuentro, que
Pedro ha empezado a superar los momentos difíciles con los
que tuvo que apechugar hace más de un mes. Observé su
sonrisa dispuesta a evitar, con muy buen criterio, que la
gente lo mire con ese pesar con que se mira a los caídos en
desgracia.
Cierto es que la procesión le irá por dentro. Pero insisto:
Gordillo ha recuperado parte de su dinamismo y más pronto
que tarde será el mismo torbellino de siempre. O sea, el
mismo hombre inquieto que intentará participar tanto en la
política activa como en otras actividades públicas.
Y la razón es bien sencilla: PG ni ha robado ni ha matado a
nadie; simplemente ha sido víctima de un chantaje. Y a
partir de ahí pueden ustedes decir en su contra cuanto crean
conveniente por haberse dejado embaucar de semejante manera.
Error que los hombres, por listos e inteligentes que sean,
han ido cometiendo sin cesar desde que Adán se
comiera la manzana prohibida.
Es más: cuanto más se habla de un hombre no les quepa la
menor duda de que más interesante se vuelve éste para los
demás. Y en el caso que nos ocupa es algo que está
ocurriendo ya. Incluso me atrevería a decir que muy pronto
leeremos loas a favor de quien lo ha sido casi todo en el
PP.
No les quepa la menor duda de que dirán de Gordillo que
tiene un corazón que no le cabe en el pecho; que ha dado
muestras evidentes de querer a Ceuta y de que se ha
distinguido siempre por ayudar a los más desfavorecidos; y,
sobre todo, se le destacará por la labor social que lleva
realizando desde que muchos de sus compañeros o no habían
nacido o vestían pantalón corto.
En fin, que haber visto a Conchita y a Gordillo me ha
causado la consiguiente alegría. Y que les he dicho lo que
les tenía que decir. Y me da la gana contarlo. ¿Pasa
algo?...
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