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OPINIÓN - MARTES, 1 DE DICIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Los retos europeos de 2010
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

La U.E, en los acuerdos de Lisboa, estableció un ambicioso objetivo para el año 2010, precisamente para rebajar drásticamente los porcentajes tan elevados de fracaso escolar y abandono escolar. Así, se aspira a que el 85% de los jóvenes europeos concluyen sus estudios secundarios y se sienten atraídos por estudios postobligatorios, es decir, Bachillerato y Formación Profesional. Es una propuesta que llega demasiado tarde porque el 2010 se nos echa encima, para cambiar la situación y, más aún, una tendencia que en España va en sentido contrario. Según, el último Informe PISA, mientras que en la mayoría de los países de la OCDE el porcentaje de adolescentes que abandona la Educación Secundaria, sin el título correspondiente, era del 19%, en España alcanzábamos un 34%. Y los resultados en el Bachillerato no eran muy esperanzadores, ya que el 30% del alumnado de esta especialidad o de Formación Profesional, no terminaba sus estudios.

Obviamente, este tipo de datos muy útiles para reforzar el planteamiento de que, el problema de la educación española estriba en su calidad, y que esta cuestión debe afrontarse al mismo tiempo que se trabaja para la erradicación de la violencia escolar, un problema muy grave, Posiblemente una educación de calidad sirve, desde dentro, para poner fin a los brotes de violencia o el malestar generalizado que se puede producir en algunos centros escolares. Ese es el tema que hay que poner sobre la mesa, para tratar de frenar todo un rompecabezas de medidas y actuaciones, que confluyen en la intención, pero que se dispersan en la eficacia. Ocasión que, sin duda, había que tener presente en este utópico Pacto educativo, con el que se quiere dar soluciones a nuestro devaluado Sistema.

Llevamos muchos años, arrastrando unos problemas de aprendizaje, agravados por situaciones de ausencia de respaldo a la autoridad docente –ahora parece que se va a poner soluciones-, de las familias que no saben como actuar, quienes arremeten contra las administraciones competentes, obteniendo insuficiente atención a las necesidades y demandas de los centros educativos. Sabemos que, en general, los políticos discuten y en lugar de buscar soluciones, se enzarzan en cuestiones bizantinas que generan polémicas mediáticas. Mientras tanto, el PIB destinado a la educación no llega a la media europea del 6%, y el profesorado se encuentra en medio del fuego cruzado del desencanto y desánimo de la familia de los alumnos y la posición sin norte de algunas administraciones que emiten de forma convulsiva, instrucciones y decretos que provocan más confusión en el ya enrarecido ambiente de los centros.

La reciente reforma del Bachillerato, con la introducción del “llamado de la LOE”, fue recibido con mucho escepticismo, no sólo por el punto de partida –cada vez son menos los alumnos que se inclinan por estudiar Bachillerato- sino porque las innovaciones introducidas por el Ministerio de Educación no dan respuesta a la demanda de calidad de la enseñanza española.

El hecho de mantener en dos años la duración del Bachillerato, sin apenas modificar la ESO, no genera la expectativa de incremento de calidad educativa. Asimismo, la posibilidad de que alumnos con más del 45% de las materias de curso aprobadas, al curso siguiente pueden matricularse en esas asignaturas y al mismo tiempo iniciar materias correspondientes al segundo año, da la impresión de que la administración está más preocupada por la mejora de las estadísticas que por resolver el problema del fracaso escolar. Por otra parte se crea un ámbito de arbitrariedad, porque se deja a las administraciones educativas autonómicas la resolución de cómo ha de abordarse el estudio de asignaturas pendientes del primer año con otras de segundo.

El nuevo modelo implica una opción temporal mayor para realizar los estudios de Bachillerato, que puede alargarse hasta cuatro años. Y, en este caso, algunas personas pueden esperar a que sus hijos tengan más facilidades para ese título de Bachiller que ahora les imposible de alcanzar. Sin embargo, es muy difícil que con los fundamentos de la Enseñanza Primaria y Secundaria se pueda abordar los estudios de Bachillerato con las carencias de conocimiento que se aprecian. Actualmente existe casi un 25% de repetidores de 1º de Bachillerato. Esto hay que tenerlo en cuenta, porque se puede producir un caos en el funcionamiento de los centros a la vista de las nuevas posibilidades que hemos comentado.

Evidentemente, hay que evitar que el Bachillerato se convierta –si no se ha convertido ya- en una barrera para los alumnos que, por cualquier razón, han experimentando desajustes y atrasos en sus estudios elementales. De ahí, la importancia de mejorar cualquier tipo de iniciativas que les permitan rescatar conocimientos, sin los cuales no pueden avanzar a niveles superiores. Aquí se tendría muy en cuenta la lectura comprensiva, por ejemplo.

Para este aspecto ya hay una propuesta que viene del Ministerio: ampliación de la escolaridad obligatoria hasta los 18 años –ahora está hasta los 16 años-, con los que se pretende erradicar o mitigar el más importante obstáculo: el abandono escolar, aunque para algunos resultaría un grave problema. Y ¿se puede obligar a un alumno a permanecer en la escuela, en contra de su voluntad?
 

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