Estuvieron los de siempre: multitud de familias en un
ambiente de franca camaradería; una amplia delegación de la
oenegé alemana que defiende los derechos de los animales que
cada año visita Ceuta por la Pascua del sacrificio;
representantes políticos y vecinales y periodistas. Sólo
faltaron, paradójicamente, los matarifes, a los que por lo
visto no les compensa trabajar para Ciudad y FPAV en un día
tan señalado.
Una Pascua musulmana del sacrificio sin matarifes. Ese fue
el contratiempo al que decenas de familias ceutíes se
enfrentaron ayer a primera hora de la mañana, después del
rezo matutino, cuando se dirigieron a algunas de las carpas
instaladas por la Ciudad y la FPAV en trece puntos distintos
de Ceuta para facilitar la celebración de Eid El Kebir “con
normalidad” y en las mejores condiciones sanitarias. A
última hora de la tarde fuentes cercanas al Gobierno ceutí
mostraron su satisfacción por el “apreciable aumento” que
percibieron en el número total de animales sacrificados en
dichas instalaciones, que durante los últimos años no había
pasado del 50% de los más de 5.000 animales que, a un precio
medio de 170 euros, perdieron ayer sus vidas conforme al
rito islámico.
Sin embargo, a primera hora de la mañana el enfado de los
musulmanes que habían acudido a la carpa de Sidi Embarek,
una de las cuatro nuevas que se instalaron, la que facilitó
el cierre del Matadero Municipal, era notorio. Tras dos
horas esperando y después de llamar hasta al 112 para que
les diesen alguna solución, por allí sólo se dejaron ver los
empleados de Urbaser, encargados de la limpieza de las zonas
de sacrificio.
Más tarde, en Ferrocarril, representantes vecinales
explicaron la ‘deserción’ de muchos matarifes por razones
pecuniarias: en las carpas se les pagan 150 euros por toda
la mañana; a su aire obtienen alrededor de 20 por cada
sacrificio, lo que al final del día arroja unos beneficios
notablemente más elevados.
Aparte de eso, el viceconsejero de Bienestar Social de
Melilla, Hassan Dris, y el jefe del Matadero de la ciudad
hermana se llevaron una imagen estupenda de las carpas.
“En Melilla sólo ponemos a disposición de la ciudadanía el
Matadero, que se ve virtualmente colapsado, por lo que hemos
venido a ver cómo funciona este sistema, en el que la gente
se organiza, se ayuda y colabora mutuamente, para estudiar
implantarlo”, señaló.
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