Se llama axioma a una verdad que
no necesita demostración. Ejemplo: necedad es lo que dijo
Jorge Valdano, semanas atrás, cuando habló de que el
Madrid no funcionaba bien porque le estaba costando trabajo
adaptarse a jugar al ataque por haber estado mucho tiempo
haciéndolo al contraataque.
A partir de ese momento, entendí que el saber futbolístico
de Valdano bien podría caber por el desagüe de cualquier
lavabo. Y además se me vino rápido a la memoria ese dicho
que existe de los argentinos: Hay que comprarles la burra
por lo que vale y venderla por el precio que ellos ponen.
Valdano, lector empedernido de Borges, nació
convencido, como cualquier argentino que se precie, de que
tenía madera de filósofo. Y con su rostro barbilampiño,
ondulaciones en la cabellera, y aprovechando de qué modo le
querían las cámaras de la televisión, no dudó en ponerse a
sentar cátedra de fútbol.
Todavía recuerdo su paso por La Sexta como comentarista y la
inquina que le había cogido a Juande Ramos:
entrenador al cual miraba por encima del hombro. Porque el
manchego es diametralmente opuesto a la idea que el
argentino tiene de lo que debe ser el hombre que se siente
en el banquillo del Madrid. Ese honor ha de recaer en
alguien que sea lo más parecido a él en todos los aspectos
y, sobre todo, que comulgue con sus ideas.
Valdano está dando muestras evidentes de que desconoce la
importancia que tiene la distribución racional de los
futbolistas en un terreno de juego. El padre Coca,
Santiago de nombre, hablaba de rincones de seguridad,
cuando daba sus clases de psicología en el INEF de Madrid,
hace la friolera de 38 años. Término que se aprendió como un
papagayo, Luis Aragonés.
En el Madrid de Valdano, pues su poder es enorme,
Pellegrini insiste en equivocarse con las ideas del
argentino. Y está cometiendo errores a granel. Su primer
yerro, lo dijimos en su día y en solitario, fue desprenderse
de Heinze: veterano defensa, zurdo por más señas y
que rendía perfectamente tanto de lateral como en el centro
de la defensa.
Semejante fallo, le obliga a darle la titularidad a
Arbeloa, en la banda siniestra, y lo hace además contra
equipos menores, sabiendo sobradamente que éste está muy
limitado en ese sitio. Cuando es Marcelo, muy
deficiente defendiendo, quien debe jugar entonces en esa
demarcación. Y qué decir de cómo el técnico chileno está
desgastando en todos los aspectos tanto a Lass como a
Xabi Alonso. Ambos situados lejos de sus rincones de
seguridad y, por tanto, expuestos a perder el tino y a
rendir cada vez menos.
La banda izquierda del Madrid es un desastre. Empezando por
Albiol, cuya zurda es de palo, y le impide ir a los
cruces con la solvencia necesaria. Y, desde luego, de él no
se espera que salga jugando el balón desde atrás. Y, mucho
menos, que sea capaz de incorporarse sin balón al ataque.
Para insuflar aire fresco al medio campo, por sorpresa y
acertadamente.
Y si no fuera porque me voy quedando sin espacio, seguiría
enumerando errores que viene cometiendo un entrenador que
parece estar reñido con algo fundamental: la necesidad de
distribuir racionalmente a los futbolistas en el terreno de
juego. El Madrid se enfrenta mañana al Barcelona en el Camp
Nou: ¿Sabrán los de Guardiola sacar tajada de la mala
distribución de los blancos?
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