Casi dos años y medio después de la primera, Fatima Hamed
volvió a verse con este periódico el fin de semana alrededor
de un café para repasar, sin hablar del hiyab y lo de
siempre, qué ha hecho una de las diputadas de la Asamblea
que, desde la distancia, más ha crecido como política esta
legislatura. No puede ser casualidad que alguien tan
cuidadoso con las formas como Ali, la haya elegido como
compañera habitual en sus comparecencias, incluso en las más
relevantes, ante los medios. “Yo creo que la gente me sigue
conociendo como Fatima, no como la diputada, y eso me
gusta”, dice una mujer que mantiene casi sin variaciones su
discurso. ¿Ha cambiado? “Soy igual de idealista, pero menos
ingenua”, dice. Por ahí empezamos.
Pregunta.- Explique eso de que ahora se siente igual de
idealista pero menos ingenua que en mayo de 2007, cuando
debutó en política como número 4 de la lista de UDCE-IU
Respuesta.- Dos años y medio después, teniendo en cuenta que
antes nunca había participado activamente en política, me he
dado cuenta de que son pocas personas las que comparten mis
ideales. Es cierto que hay que ser práctico, pero no
renunciar a los ideales porque eso es lo que refleja la
opinión del resto de la sociedad. Quiero pensar eso.
P.- “Me he dado cuenta de que son muy pocas personas las
que comparten mis ideales”. Suena a decepción
R.- Pensaba que la política iba a ser de otra manera.
P.- “Me he dado cuenta de que son muy pocas personas las
que comparten mis ideales”. Suena a decepción
R.- Pensaba.
P.- “Me he dado cuenta de que son muy pocas personas las
que comparten mis ideales”. Suena a decepción
R.- Pensaba.
P.- ¿A qué se refiere?
R.- Hay que ver nuestra situación, frente a un gobierno con
una mayoría aplastante que muchas veces frena nuestras
aspiraciones, con muy justas que sean. Cuando ves que es
imposible llevar a la práctica determinadas ideas, o que se
aceptan y se presentan como propias, resulta frustrante. No
toda la Asamblea trabaja por el interés de los ciudadanos, y
eso se nota.
En 2007 Fatima Hamed explicaba que lograba conciliar su vida
familiar (pareja y dos hijos) con su vida laboral (entonces
era abogada en prácticas tras licenciarse en la UNED). Hoy,
que ya ejerce de pleno derecho, suma a sus obligaciones
cotidianas las políticas, a las que se entrega con vocación.
P.- Además de horas de sueño y de compañía con sus seres
queridos, ¿a qué más ha tenido que renunciar para desempeñar
con dignidad el cargo de diputada?
R.- Intentando hacer de todo a la vez. Unas obligaciones te
restan tiempo de otras, pero intento llegar a un equilibrio
que muchas veces es complicado.
P.- ¿Ha recibido usted algo, no sólo dinero, que no
hubiera percibido de no ser diputada, durante últimos 30
meses?
R.- Absolutamente nada. Yo no he venido a la política para
hacer favores, sino para intentar cambiar muchas de las
cosas con las que estaba en desacuerdo, para que la Asamblea
fuese un reflejo más fiel de la sociedad ceutí y de su forma
de pensar, especialmente de las mujeres.
P.- El de Ceuta es un Gobierno paritario actualmente
R.- Que haya muchas consejerías con mujeres al frente no
quiere decir que el reparto del poder esté realmente
equiparado.
P.- ¿Sigue confiando en los partidos y en la política
como elemento capaz de mejorar la sociedad?
R.- Sí. Yo sigo teniendo muy claro para qué debe servir la
política, a pesar de lo que leemos cada día en los
periódicos. Yo entré en Jóvenes Demócratas porque me dí
cuenta de que mis reivindicaciones y mis inquietudes no
podría llevarlas sola a ningún sitio, de que hace falta un
grupo de participación que te dé cierta voz para hacer un
empuje más fuerte.
P.- ¿Recuerda qué pensó cuando le ofrecieron ocupar un
puesto de salida en la lista de UDCE-IU?
R.- Sí, muy bien. Lo que me hizo aceptar fue la convicción
de que podía decir no y desconocer siempre lo que podría
haber hecho por mi pueblo y por su gente, que es lo que me
interesa. Para decir que no siempre hay tiempo. Por eso dije
que sí, porque no me hubiera quedado a gusto conmigo misma.
P.- ¿A día de hoy se arrepiente?
R.- No soy de las que me arrepiento.
P.- ¿Repetirá, por tanto, si tiene la oportunidad, en
2011?
R.- No estoy segura. Eso no quiere decir que esté dispuesta
o que no. Mi incursión en la política como persona
sensibilizada, de forma especial con los colectivos más
desfavorecidos y con las mujeres sigue vigente, en cuanto a
las razones, porque sigo pensando que no se está haciendo lo
suficiente por corregir los defectos existentes en ese
ámbito.
Prejuicios
P.- ¿Usted cree que Ceuta es distinta al resto de España
en eso?
R.- Tal vez sí. A mí no me cabe en la cabeza que en Ceuta no
haya mujeres lo suficientemente capacitadas para asumir
puestos de responsabilidad. Lo que sucede es que en
determinados ámbitos, donde se reparte el poder, no se
piensa lo mismo.
P.- ¿Esa crítica incluye a UDCE?
R.- No lo creo. Mi partido no apostó por mí por ser mujer,
pero tampoco dejó de hacerlo por el hecho de serlo. Eso es
lo importante.
P.- Son prejuicios que se han tratado de corregir, en el
caso de las mujeres, con iniciativas como las de
discriminación positiva. ¿Está usted a favor de ese tipo de
medidas, también para otros colectivos menos representados
de lo que sería normal en determinados ámbitos?
R.- Los prejuicios existen, han existido y desgraciadamente
seguramente seguirán existiendo, pero las Administraciones
no pueden ser un reflejo de ellos. El otro día el presidente
Vivas, en la entrega del Premio Convivencia, volvió a decir
lo bonita que es la cohabitación de las cuatro culturas en
Ceuta, pero eso día a día no lo vemos así de idílico.
P.- ¿Qué haría usted?
R.- Salir del discurso y llevarlo al terreno práctico y
real. Nos guste o no en Ceuta sigue habiendo personas
estigmatizadas y colectivos en compartimentos estancos por
la creencia que tenga o deje de tener. Yo no creo que
debamos apostar tanto por la discriminación positiva como
por la política de la realidad. No creo que haya que dar
pasos que despierten recelos, pero sí dar oportunidades y
abrir puertas sin mirar nada más que la capacidad de las
personas.
P.- Hablando de prejuicios. Usted está en la Comisión que
tiene encomendada la tarea de formar una alternativa
política nueva y alejada de estigmas culturales y
religiosos. ¿Cómo ve la gestación?
R.- Tanto UDCE como el PSPC somos dos partidos localistas
interesados en beneficiar a todos los ceutíes sin
diferencias. Esa es la base de la pirámide. Son unos buenos
cimientos para después dedicarnos a proponer políticas para
reducir la pobreza, para recortar las tasas de paro...
Estamos ilusionados e interesados en que esto funcione, pero
no quiero trasladar un mensaje utópico, políticamente
correcto.
P.- Me gustaría que usted, una de las voces más
escépticas dentro de UDCE con este proceso, explique por qué
su final no será distinto al vivido con IU
R.- Yo no participé en el proceso de alianza con IU y
aquellos primeros pasos no los conozco. De este camino sí
puedo hablar. No sé cómo acabar pero las intenciones son las
mejores: crear un grupo más fuerte, con el que se
identifiquen muchos más ciudadanos que por separado y que
sea capaz de defender mejor los intereses generales de todos
los ceutíes.
P.- Por qué no está tan convencida de las virtudes
potenciales del nuevo proyecto como otros de sus compañeros
R.- Creo en ellas. Quizá sea falta de experiencia, pero
durante este poco tiempo que llevo en política activa me he
llevado ciertas sorpresas que me hacen un poco más
escéptica, no contraria ni negativa.
P.- ¿Cómo ha visto usted todo lo que ha sucedido
alrededor de Pedro Gordillo?
R.- Como ciudadana me ha indignado. Como política me ha dado
verguenza ajena porque cuando hablas con los ciudadanos ves
que hay muchas personas que piensan que eso es lo normal en
política. No puedo poner la mano en el fuego por nadie, pero
somos muchos los que llegamos a la política
desinteresadamente. Como mujer, no como musulmana solamente,
pensé que podía hacer algo más por esta sociedad en la
Asamblea que como ciudadana. Otra cosa es que lo consiga o
no.
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