Vivimos en una sociedad en la que se da una lucha constante
entre la cultura de la vida y la cultura de la muerte. La
“cultura de la muerte” considera de alguna manera o
justifica la muerte de los seres humanos favoreciéndola
incluso con determinados comportamientos y leyes. Considera
la muerte de seres humanos como un bien al que se puede
recurrir en caso de necesidad. Se ve la muerte como una
solución aceptable ante determinados problemas o
situaciones, menospreciando ciertas formas de vida que
aparentemente “no son rentables o viables”.
En contraposición encontramos la “cultura de la vida”
caracterizada por la defensa de la vida como derecho
fundamental e inviolable de toda persona.
Centrándonos en el tema del aborto, de tanta actualidad en
estos momentos, me declaro abiertamente defensora de toda
vida desde la concepción, hasta la muerte natural, por ello
me veo en el deber de señalar que:
La nueva ampliación que se quiere llevar a cabo de la ley
del aborto, actuando de manera unilateral y creyendo
defender y reconocer los “llamados derechos de la mujer”,
tales como la evitación de traumas psicológicos, o riesgos
del propio embarazo, no tiene en cuenta, la parte más débil,
la del feto y su derecho a la vida, permitiendo lo que ellos
llaman “interrupción del embarazo” queriendo con dicha
expresión, esconder la dura realidad de dicha acción: el
ejercicio de un acto violento que provoca la muerte de un
ser vivo e indefenso.
Nadie tiene derecho a interrumpir la vida de ningún ser.
Nunca un caso de difícil solución debe solucionarse mediante
la provocación de un acto tan injusto.
Que una ley permita tal acción no implica que este sea
moral, es decir que sea conforme con la dignidad de la
persona. El aborto siempre será una injusticia en contra del
más débil, en contra del que ya es un ser vivo y que por
tanto tiene derecho a ser defendido.
Los cristianos creemos que Dios ha hecho al hombre
responsable de acoger y de servir a la vida. Los políticos y
la sociedad en general tienen cada vez más conciencia del
derecho a la justicia y del derecho de toda persona a no ser
condenado a la pena de muerte ¿por qué en cambio se tiene
que aplicar al no nacido, que ya es un ser vivo? ¿Con que
criterios la legislación puede decir a partir de qué semana
el feto tiene derecho a la vida?
Creo que se debería de ofrecer a las mujeres en los momentos
difíciles de la duda y con anterioridad a tal decisión un
acompañamiento personal, una reflexión sobre los valores,
medios humanos de protección y ayuda, que no les ofrece ni
la frialdad de la ley ni los centros dedicados al aborto.
Es necesario que se dignifique y se proteja el valor de la
maternidad, de la madre y del hijo, sea cual sea su
situación
* Orientadora y Mediadora Familiar
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