Ha llevado ayuda humanitaria, relevado tropas y prestado
apoyo logístico a otros buques de la Armada Española hasta
los más recónditos parajes de las costas bañadas por el
Océano Atlántico.
Su tripulación admite que al buque de desembarco Pizarro ya
está llegando a la jubilación. Pero su curriculum desde que
fue adquirido por la Armada Española es destacable y se
retirará como un símbolo del papel de España en el escenario
internacional. Ha llevado víveres y medicamentos hasta esa
Haití ensangrentada por la guerra, tropas de infantería de
marina y la Legión hasta el Beirut de los años más convulsos
del Líbano, refuerzos hasta la Yugoslavia desmembrada por
los conflictos étnicos, auxilio a las poblaciones de la
Centroamérica asolada por el huracán Mitch. Este fin de
semana ha fondeado en Ceuta, después de realizar unas
maniobras en el Golfo de Cádiz y sus próximos destinos, tras
recalar en su puerto base, Rota, serán las ciudades gallegas
de Vigo y Ferrol.
“El trabajo en el buque se organiza por servicios, como si
se tratara de una empresa”, apunta la cabo Elena Romero.
Ello se refiere al servicio de operaciones, con el puente de
gobierno el Centro de Información y Combate; el servicio de
aprovisionamiento; la primera brigada, que se encarga de las
maniobras; y el de máquinas y electricidad.
La vida en el buque tiene sus días apacibles y sus momentos
de inquietud. “Alguna vez hemos quedado a la deriva. El
buque se queda sin corriente y la maquinaria se queda
parada. Entonces hay que mandar mensajes a barcos cercanos
para que nos remolque”, explica el marinero Juan Carlos
Diego. “Con todo, el buque es muy viejo pero tiene muy
buenos motores, y eso es lo principal”, apostilla la cabo.
Como casi todos los actuales buques de la Marina, el Pizarro
también cuenta con una amplia cubierta de vuelo, lo que en
el lenguaje civil denominamos helipuerto, porque hoy resulta
fundamental para labores como el traslado en una urgencia
médica o el embarque y desembarque de materiales. “Nosotros
siempre operamos con la tercera, quinta y sexta escuadrilla
de la flotilla de aeronaves”, continúa explicando Elena
Romero.
Las fragatas y el Príncipe de Asturias disponen también de
hangares para guardar los helicópteros, pero está es una
capacidad que nunca ha alcanzado el Pizarro.
La singladura más larga que recuerda su tripulación es la
que tuvo que hacer en la misión de Haití. “Nos llevamos doce
días en alta mar”, señala el marinero Juan Carlos Diego. En
Ceuta sólo ha atracado en dos ocasiones, pero a la ciudad de
Melilla ha recalado muchas más veces para el traslado de
material constructivo.
A pesar de sus años, el buque conserva una majestuosidad que
domina el paisaje del muelle España de Ceuta y que ha
conducido a numerosos ceutíes durante este fin de semana a
apuntarse a las visitas guiadas que ofrece la Armada
Española.
Un trozo de la historia militar del país que ahora descansa
en aguas ceutíes.
|
De la guerra de Vietnam al conflicto del Líbano
El ‘Pizarro’ presta su servicio en
la Armada Española desde abril de 1995, habiendo servido
antes a la Marina de los Estados Unidos, desde 1971, periodo
en el que tuvo un importante papel en guerra de Vietnam.
Está integrado orgánicamente por el Grupo de Acción Naval 2
dependiente del Mando de Acción Naval de la Flota. Posee 169
metros de eslora, 21,5 de manga y 5,9 de calado. Tiene un
desplazamiento de 8750 toneladas y una autonomía de 18.000
millas a una velocidad de trece nudos. Su comandante actual
es Juan José Moreno Pastrín y entre sus misiones destaca
eltransportar carros de combate y tropas.
|