Defender nuestras tradiciones es
algo que siempre hago a capa y espada, pues tengo la
creencia de que un país que pierde sus tradiciones está
perdiendo parte de su identidad. Y si, poco a poco, vamos
perdiendo nuestra identidad como país, qué nos queda.
Se acercan las navidades, fecha tradicional en todos los
hogares españoles, donde todas las familias acostumbran a
reunirse y celebrar juntos las fiestas navideñas. Unas
fiestas que, con el paso del tiempo, han ido perdiendo algo
tan importante como es la solidaridad que, en esas fechas,
existían más que nunca.
Desde mi niñez, ya ha llovido lo suyo, he vivido
intensamente las fiestas navideñas, comprobando la gran
solidaridad existente entre los vecinos repartiéndose uno a
otros, lo poco que en aquellos momentos se podía uno llevar
a la boca. Yo tengo esto, tú no lo tienes, toma para que lo
pruebes. Pues mira he hecho unos roscos y toma parte de los
mismos. Y así, en ese intercambio, íbamos celebrando las
fiestas navideñas los pobres, gracias a la solidaridad
existentes entre los vecinos.
El plato que, en aquellas fiestas, se podía degustar, sin
duda alguna, era el pollo. Quién no ha comprado un pollo
pequeño y lo ha ido criando para las fiestas navideñas. El
problema llegaba a la hora de matarlo. El pobre pollo
llevaba tantos meses con uno, que le mirabas a la cara y te
daba pena tenerlo que matar. Desgraciadamente había que
hacerlo, por aquello de la supervivencia y de poder darle,
al vecino, un buena ración de caldo y de carne del pobre
pollo.
La solidaridad, esa de la que tanto se habla hoy día, se
queda sólo en palabras, pues ha dejado de existir. Hoy cada
uno va a lo suyo, con el pensamiento del que no tenga que
se… Eso es lo que hay. Menos mal, que por el bien de este
país, esta tradición de las fiestas navideñas, son mayoría
los que la siguen celebrando.
Hay otra tradición que con la modernidad y el copiar de
otros países extranjeros, cosa a las que somos muy dados, se
está perdiendo, como es la celebración de los Reyes Magos.
Hemos dejado apartada esta festividad, que tanta ilusión nos
hacía de pequeños, anteponiendo a ella la del tío del
trineo, que viene volando con su reno y se cuela por las
chimeneas de las casas. Vamos, Papa Noel.
Antes esperábamos, con impaciencia, la noche del cinco de
enero, para ver qué es lo qué te traían al día siguiente los
Reyes Magos. Era tan grande la ilusión que apenas si
pegábamos ojo esa noche de la víspera. Cuanta ilusión que al
despertar no encontrásemos aunque fuese un pequeño juguete,
sin más valor que lo que él representaba para nosotros.
Hoy, se les regala a los niños toda clase de juguetes, en su
cumpleaños, onomástica, Papá Noel y los Reyes Magos. ¿Qué
ilusión puede despertar en un niño los juguetes del día de
Reyes, cuando lo tiene a todas horas?. No tienen ilusión
alguna.
A pesar del paso de los años, cada víspera de Reyes, sigo
manteniendo la m misma ilusión, por ve qué regalo me han
dejado los Reyes magos, aunque sea la consabida corbata o
camisa. En esa ilusión mantengo viva una de nuestras
tradiciones.
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