No es la primera vez que escribo
sobre el derecho a la vida que tienen todos los seres
humanos ni, por supuesto, será la última. Como tampoco es la
primera vez, ni será la última, en que sigo fiel a mi idea
de que los seres humanos, lo diga quien lo diga, incluidos
esos que dicen saber más que nadie, que un ser humano nada
más que puede engendrar otro ser humano.
Y sigo fiel a esa idea, mientras no se me redemuestre que un
ser humano puede engendrar una lagartija, como tampoco una
lagartija puede engendrar un ser humano. Esa idea que
defiendo está basada en toda lógica y nadie, vuelvo a
repetir, con razonamientos lógicos puede echar abajo la idea
que tengo sobre este tema.
Se nos habla que se puede llegar hasta las veintidós semanas
para proceder al aborto, No sería más claro decir qué se
trata de cinco meses y medio. Y si a esa fecha el feto no
tiene vida propia, no es un ser vivo y humano ansioso por
venir al mundo, sólo nos bastaría enseñar una ecografía de
mismo y ver sus movimientos.
Con anterioridad a esta Ley, había otra con unos supuestos,
que hasta se pueden entender, por todos aquellos que estamos
en defensa de la vida. ¿Por qué hay que modifica esos
supuestos y a cuento de qué?.
Somos de los convencidos que con todos los adelantos que
hay, hoy día, preservativos y píldora del día después, la
que se queda embarazada es porque quiere. Los cuentos se los
vamos a dejar a Calleja, que era un gran cuentista aunque,
estamos por decir que, en la actualidad, algunos han
superado su fama de cuentista.
Desde mí personal y particular forma de entender el asunto.
Matar a un ser vivo está tipificado en el Código Penal. Cada
uno es libre de pensar lo que crea más conveniente. El
pensamiento es aquello a lo que nada ni nadie puede ponerle
barreras.
Sin embargo, tengo que decir y digo, que a pesar de la
defensa de la vida y de mis ideas sobre los seres humanos no
comparto, en absoluto, la tesis del obispo de menazar con la
excomunión y negar la comunión a las personas que aprueben
la ley.
No la comparto porque cada uno, en conciencia, es libre de
obrar como mejor crea conveniente. Aquí, señor obispo no se
trata de excomulgar o negar la comunión a nadie, se trata de
por medio de la palabra, del dialogo, convencer que abortar
es matar a un ser vivo que tiene derecho a la vida y que,
aunque algunos no lo crean, a esas madres que se van a
someter al aborto les crea, a lo largo de sus vidas, un
problema sicológico del que difícilmente se podrán
recuperar, sus conciencias se lo irán recordado mientras
vivan.
¿Excomulgará usted a su majestad el Rey cuando, en
cumplimiento de su deber, tenga qué poner su firma a la
nueva ley del aborto?. ¿Se negará usted, a darle la
comunión, a los Reyes de España, cuando en algún acto
litúrgico decidan hacerlo?. Usted me va a perdonar, pero no
creo que ni sea capaz de excomulgar al Rey de España y mucho
menos que se atreva a negarle la comunión. Las cosa claras,
señor obispo.
Estas amenazas, desde mí punto de vista, sin razón alguna,
sólo sirve para empañar la labor de todos los que estamos
contra esa ley del aborto.
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