Un resbalón es lo que ha tenido el Ceuta en Estepona, en un
campo que había sido fácil para casi todos, y que en esos
momentos era el penúltimo de la clasificación general, con
ultimátum para casi todos, desde la presidencia y con poca
clientela, casi había más de Ceuta que de allí mismo.
El partido, en teoría, parecía ganado desde el principio,
pero la eficacia rematadora y la falta de personalidad de
este Ceuta hace que todo lo que se haya programado desde el
vestuario, y luego desde el banquillo, salte por los aires,
en el momento en el que mejor lo tenía todo para ser líder.
Y es que llegó a ser líder, en la tarde del domingo, durante
unos minutos, y de ahí pasó a ser sexto, que es lo que es
ahora. No hay que darle más vueltas, es el Ceuta que hay en
esta temporada, cuando, precisamente, es el grupo más flojo
de los últimos diez años.
El volapié de Antonio Román
Sabíamos que en el Estepona jugaba, y juega, un hermano del
fenomenal torero madrileño, José Tomás, pero lo que no
creíamos era que José Tomás hubiera enseñado a su hermano a
fulminar de esa forma al adversario.
Se había adelantado el Ceuta, en una falta sacada con
“pillería”, al borde del área, mientras la defensa de los
locales se colocaba desatendiendo el balón.
No iban ni diez minutos de partido y ya estaba medio camino
recorrido, eso parecía, pero las apariencias engañan y en
este caso más, por cuanto el Estepona devolvió “el regalo”
al Ceuta, tras sacar una falta al borde del área y al
segundo rebote, Antonio Román, desde el borde del área,
marcaba de “auténtico volapié”, el tanto del empate.
A partir de aquí, el Ceuta, no sabemos si, se quedó
encogido, pasmado, arrugado o mirando a la luna de Valencia,
porque pronto encajó otro gol y en el minuto treinta y
cuatro llegó el 3 – 1, obra, nuevamente, de Antonio Román,
como auténtico matador. Todos nos quedamos helados.
La defensa un coladero
Y no me duelen prendas al decirlo, porque a los tres tantos
encajados en la primera mitad, luego en el segundo tiempo,
tras haberse acercado en el marcador, 3 – 2, Catanha, que ya
era internacional “en el año el hambre”, aparece como un
auténtico fenómeno y marca el cuarto. Era el 4 – 2, a falta
de tan sólo un cuarto de hora.
La gaviota volvía a tomar altura. El Ceuta quería, estaba
mejor que en el primer tiempo, pero la delantera fallaba lo
que no está en los escritos y la cobertura, toda, estaba “ a
cerezas”.
Este no era el Ceuta que se necesita para poder estar entre
los cuatro primeros, al final de temporada, y la vez primera
que los ceutíes habían llevado un buen acompañamiento,
dejaron el pabellón por los suelos.
¿Y ahora qué?
De momento es sexto. El domingo a las cinco de la tarde,
hora muy taurina, el Ceuta recibe al Sevilla B. En casa, es
de suponer, que no haya tropezones, pero no me fío de los
filiales y menos de los sevillistas que tendrán que
rehacerse, para dar una imagen mejor que la que dieron la
pasada temporada y lo que va de esta.
Con un Ceuta regular la situación no sería preocupante, con
un Ceuta como este, en el que a las primeras de cambio se
resquebraja, por completo, se puede esperar lo mejor, pero
también lo peor. No hay término medio y lo que no hay quien
se explique es como un equipo que quiere ser algo en la
competición, puede encajar cuatro goles un día y otro tres
otro. Ahí hay fallos que no proceden sólo del terreno de
juego y menos del banquillo.
Todos en un pañuelo
Sí, pero marcado. Eso es cierto, pero si con lo poco que
vale el grupo, que es, con diferencia, el peor de los
últimos diez años, no se puede asentar un equipo hecho, o
diseñado, para estar arriba, entonces habrá que estar
esperando, cada día, el milagro de un golito de diferencia,
sin más.
Y ahora, me da la impresión que Carlos Orúe tendrá que
repasar por un lado y por otro, primero la cobertura,
portero incluido; luego el centro del campo, sin
personalidad alguna y, por último, el ataque, carente de
puntería.
Mucho trabajo, pues, para la semana y, además, en busca del
terreno perdido, claro que los puntos esos, los de Caravaca
y los de Murcia ya no pueden recuperarse.
Si a estas alturas, con trece partidos disputados, se han
ganado, tan sólo, siete; si, hasta ahora, se han empatado
dos y si se han perdido cuatro, es que hemos dejado de ganar
en torno al 45% de los puntos disputados. ¿Dónde estamos
fallando?.
Desde mi punto de vista en que hay menos equipo de lo que se
creía, desde el principio.
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