Nos llegan noticias de que en algunas áreas de nuestro
entorno se comienzan los encuentros sexuales a los 12 y 13
años. El adelanto de estos comportamientos, como en otros no
convenientes, ha sido continuo en los últimos tiempos. No es
de extrañar si tenemos en cuenta que en los medios
sedicentes progresistas se anima a estos actos, eso sí,
tomando precauciones. El negocio, o la orientación sexual
hacia formas interesadas completan este panorama.
Si la sexualidad se presenta sólo como un divertimento, el
planteamiento lógico es que cuanto antes se empiece a gozar
mejor. Es una acepción coherente con algunas formas de
pensar; pero peligrosa, pues al convertir las relaciones
sexuales en un mero juego excitante, se elude su gran
importancia en la formación y configuración de la madurez
del niño, en la que la sexualidad es un componente
excepcional que va a abarcar toda su personalidad.
La sexualidad tiene además una dimensión interpersonal de
donación y aceptación que permite una comunicación en
profundidad con la otra persona, para configurar un
acercamiento progresivo que determine, finalmente, un
proyecto de vida en común. Esto es bastante más que tomar a
la otra persona como una fuente de placer, al que aporta sus
diversos atractivos.
Pero ¿cómo explicamos todo esto a un niño de de 12 años para
que nos entienda?
Son los padres y educadores los que tienen esta dificultad;
pero también la responsabilidad que no pueden eludir,
debiendo enfrentarse, con todos los recursos lícitos a su
alcance, a los que intentan frivolizar este importante tema
en beneficio de intereses inconfesables.
Y es que hay que recordar, una vez más, que el
comportamiento sexual debe integrarse en el conjunto
armónico de la persona, y su carácter progresivo ha de
conducir finalmente a una madurez humana beneficiosa,
individual y colectivamente, para la sociedad.
* Orientador Familiar
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