Ahora que se acerca uno de los días más importantes para los
musulmanes, el día de Aid Al Adha, que conmemora el acto de
fe de Abraham, compete a la Ciudad promover todo tipo de
facilidades a quienes prefieran comprar su cordero en
Marruecos para sacrificarlo en Ceuta, sin más problema que
el trabajo que pueda acarrear su traslado, pues mantener la
norma que obliga a comprar en plaza, prohibiendo la entrada
de animales procedentes de Marruecos, no deja de ser una
práctica malsana y nada conveniente para armonizar
conciencias futuras, pues consolida un agravio que ya es
costumbre, sobre todo frente a otros colectivos a los que no
se imponen restricciones al paso de ricos peces y sabrosas
carnes, sin que en ellos falte el made in maroc.
Duele a mucha gente que al colectivo musulmán de Ceuta no se
le concedan las facilidades de las que goza el de Melilla,
pues en la “Ciudad Hermana” se establecen carpas a ambos
lados de la frontera, con personal sanitario cualificado,
tanto en una zona como en otra, de modo que las familias
pueden elegir el lugar en el que quieren manifestar sus
gozos, sin ningún tipo de restricciones. En Melilla las
cosas se hacen de otra manera. Allí todo es alegría. En
Ceuta, en cambio, el acoso sigue vivo y merodeando.
Los argumentos que se aducen para prohibir la entrada de
animales procedentes de Marruecos son inconsistentes por
donde se miren. No existe base racional que los justifique;
antes bien, habría que pensar que en toda esta práctica de
indiferencia hacia un colectivo de la ciudad sólo subyace el
deseo malicioso del efecto recaudatorio vía IPSI, sin
reparar en el daño emocional que se causa.
No puede ser que en unas fechas como estas a la Ciudad le de
por colgarse al cuello tanta lupa, y no hacerlo con tanto
gasto y con tanto pico como ya es habitual en cualquiera de
las millas de oro adyacentes a palacio, así como bien
ajustarlas en sus ojos a la hora de aprobar unos paupérrimos
salarios sociales, sin olvidar la esplendidez para con la
que agasaja y paga a aquellos con IP áulica.
Sería bueno que los musulmanes puedan traer sus corderos de
donde les plazca, de modo que nada se constituya como
estorbo en días tan señalados, así como que toda y cualquier
cosa venga a traerles un día feliz.
Mejor es contribuir a la gestación del agradecimiento que al
fastidio. Vivir aferrados a tiempos pasados es vivir sin
razones en tiempos presentes y futuros.
Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
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