Un día más que lo paso en blanco.
Un día más que subo al Casinet para pasarlo, al menos, de
tertulia.
Una tertulia que anda por la cuerda floja al tener que
ausentarse definitivamente tres de sus contertulios.
Uno se marcha a su pueblo, recién jubilado, vendiendo todo
cuanto posee en las tierras catalanas.
Otro se marcha al extranjero porque su empresa le ha
nombrado director de la sucursal de Dubai, ¡joder!, se
llenará de dinero a espuertas.
El último, por ahora, que abandona la tertulia lo hace
porque se traslada a otro municipio con toda su familia.
No pudo comentarles nada en contra. Yo también lo hice, en
mi momento, regresando a Ceuta.
El dueño del bar, con sorna, me dice que seré el único que
se quedará en la tertulia. Irónico el tío.
Tan irónico como ese mandamás de la Iglesia Católica
Apostólica y Romana que amenaza a quién vote a favor de la
Ley del Aborto con enviarlo al infierno vía hogueras
crepitantes, sin importarle el precepto que reza en el
artículo 139, 1º del Código Penal.
Sí, ese que declara asesinato con premeditación, alevosía y
ensañamiento.
Nuestros políticos tienen sobre sus cabezas la espada de la
excomulgación, además de disponer de un cartelito rotulado
con la palabra “Hereje” esperando en las sacristías de todas
las iglesias.
Creo que esta vez, y no es la primera ni última, en que el
clero, o sea los profesionales de la Iglesia, se pasan de la
raya.
Menos mal que la Iglesia reconoce ahora que el nacimiento de
alguien es un proceso natural, no un milagro.
Que sepamos, Dios no les otorgó la potestad de legislar
políticamente.
Tanto se han pasado de la raya como el presidente de la
Generalitat valenciana, Francisco Camps, al hacer esas
declaraciones acusando a los socialistas de querer verlo
muerto en la cuneta.
Ser toma muy a pecho la historia de Calvo Sotelo.
La enajenación política del líder pepero valenciano tiene
que cambiar el adjetivo que le pone el sustantivo.
Es una desgracia para el país que los señores esos de la
cosa religiosa sigan creyendo que están en el país de las
Cortes franquistas, donde tuvieron escaños, y fueron
cómplices de las sentencias de pena de muerte de cientos y
cientos de españoles cuando tenían en sus manos excomulgar
al dictador por no conceder indultos.
¿Son esos? ¿Son esos con la coherencia intacta de seguir
perteneciendo a una organización que a lo largo del tiempo
ha demostrado de forma tan clara que la vida humana, no de
embriones sino de personas, se podía eliminar si lo hacían
los Mussolini, Hítler, Franco, Pinochet, Videla, etc.?
¿Son esos, los inventores de la Santa Inquisición, los que
condenan a los que voten a favor de la Ley del Aborto?
¿Por qué no proponen un referéndum? Los que votemos a favor
de la Ley del aborto seremos excomulgados y nos veremos en
el infierno que tanta publicidad obtiene de quienes deben
silenciarlo. Hacen tanta publicidad del Infierno que nos lo
está ofreciendo en bandeja como cosa maravillosa.
Que borren indefinidamente de sus listas a los que voten a
favor, por excomulgados, y que dejen de chupar de las arcas
públicas. Pero que los borren bien borrados, no con un
apunte…
Mala suerte para quienes quieren ser designados apóstatas. A
los políticos que voten a favor de esa ley conseguirán con
rapidez que los pongan de patitas en la calle, totalmente
excomulgados, mientras que los apóstatas no consiguen que
les den de baja de los registros clericales por mucho que
insistan. Vivir para ver.
Para que yo crea en la Iglesia, ésta me tiene que demostrar
fehacientemente que el milagro existe. No contarme milagros
supuestamente existentes en el tiempo ni en el espacio.
Llevaba años orando para que se obrara el milagro de abrirme
los oídos. Me lo han abierto de manera contraria. O sea
cerrándomelos.
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