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OPINIÓN - DOMINGO, 15 DE NOVIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

Francisco Pérez-Hita
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Semanas atrás destacaba yo lo que me solía ocurrir cuando coincidía en algún sitio con Francisco Pérez-Hita y luego me daba por escribir de él. Sucedía que, llegado el momento de sentarme ante el ordenador, nunca me acordaba de su nombre. Y así estuve mucho tiempo sin poder decir ni pío de una persona que me cae la mar de bien.

De Pérez-Hita supe yo siempre lo justo: que era un militar con aspiraciones políticas y que con la llegada del GIL a Ceuta vio la oportunidad de dedicarse a esa función pública para la cual piensa que está sumamente capacitado. Pero sus aspiraciones se vieron truncadas en cuanto Antonio Sampietro fue traicionado por Aida Piedra.

A partir de ese momento a Pérez-Hita no le dieron la más mínima oportunidad de seguir participando en la política activa, como sí lo hicieron con otros compañeros suyos que estaban en las mismas condiciones pero que pudieron acceder al PP.

Semejante discriminación, según sé de buena tinta, nunca la entendió él muy bien. Y, desde luego, le causó cierta insatisfacción. Y buscó otros caminos para hacerse notar en la vida pública de la ciudad. La principal fue participar, cada dos por tres, en tertulias televisadas. Tertulias que le dieron popularidad: hasta el extremo de que muchas personas creyeron que era un profesional del periodismo.

En cierta ocasión, FPH me habló de un compañero suyo y tuve el buen gusto de no publicarle su opinión porque no quería causarle problemas. Aunque sus palabras me sirvieron para saber lo que de otro modo nunca habría sabido del compañero en cuestión. Ese día, es decir, cuando él se atrevió a contarme lo referido, tentado estuve yo también de confesarle que tuviera mucho cuidado con ciertos sujetos. Pero me frené en seco. Porque avisarle de algo tan manifiestamente perceptible me parecía que era tomar por ingenuo a un hombre que se distingue por una estupenda formación y sus muchas horas de vuelos adquiridas en la milicia.

La semana pasada, y tras comenzar a rumorearse cosas de mal estilo por la ciudad, me tropecé con Pérez-Hita en un establecimiento donde solemos ir ambos. Y, en cuanto me vio, me habló de la siguiente manera: “Manolo, tú y yo siempre nos hemos respetado. Y espero que continuemos en esa misma línea”. Y le respondí que yo carecía de motivos para cambiar la buena opinión que tengo de él. Y otras cosas por el estilo. No obstante, ya no me pude aguantar más y me atreví a indicarle que se preservara de las malas amistades...

Su contestación fue ambigua... Y yo entendí que no podía ser de otra manera. Y es que sabe más el loco en su casa que el cuerdo en la ajena. Un refrán que me viene aquí que ni pintiparado para zanjar la conversación mantenida con una persona que, días más tarde, se vería obligada a acudir a los juzgados para declarar sobre un asunto feo, desagradable, escabroso...

La presencia de Pérez Hita ante el juez, como testigo, ha propiciado, quizá por casualidad, que apareciera el vídeo grabado en un despacho. Ahora, tras lo ocurrido y dado que Paco quería que nuestra mutua simpatía no se resquebrajara por nada del mundo, espero que éste me conceda una entrevista para poner las cosas en su sitio. Eso sí, hasta donde se lo permita su situación actual.
 

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