Nada es lo que parece en esta
sociedad de postín con cara de pocas libertades y miradas
que en vez de besar, matan. Cada día cuesta más organizar un
mundo para todos. La diversidad sigue discriminando. El
incremento de intolerantes es tan notorio como público. Para
muchos ser distinto equivale a no ser iguales en relación a
derechos. Hay quien piensa combatir la pobreza eliminando a
los pobres. Dejándolos sin voz, por puro egoísmo. En el
fondo, aquellos que viven a un lado de la riqueza y el
bienestar, lo que les importa sobremanera es seguir
instalados en su bonanza, aunque para ello tengan que
volverse bestia para reducir el número de comensales.
Cuentan con la complacencia de los dioses del poder,
corruptos como nunca. Lo de hacer sacrificios para alcanzar
un bienestar mundial no pasa de ser un verso, pero sin alma.
La sociedad sería un poema auténtico, jamás escrito, si en
verdad hubiese interés los unos por los otros. El orden
perfecto. El mundo está falto de estética. A pesar de tantas
cumbres mundiales, la situación de inseguridad alimentaria
mundial empeora. Por desgracia, es más fácil conseguir armas
que alimentos. Son muchas las personas que sufren, además de
miseria y hambre, conflictos armados y violencia por
doquier. Aquí, en la sufrida España de las desigualdades,
aunque tengamos un ministerio de igualdad, cuesta entender
que una zona tan castigada por el desempleo como
Extremadura, se gaste ahora catorce mil euros del erario
público, dinero de toda la ciudadanía, en enseñar a
masturbarse a los jóvenes. Inconcebible. Si algo hay que
enseñar, en todo caso, es aprender a amar, a ser creadores
de relaciones y vida, más allá del instinto animal. Así
tenemos lo que tenemos, una sexualidad violenta que produce
miles de agresiones sexuales a diario. Son estas siembras,
sin ética alguna, las que producen trastornos que generan
brutalidades tremendas.
En una sociedad que, por diversos motivos, cultiva la duda y
el cinismo, el miedo y la impotencia, la inmadurez y el
infantilismo, el sectarismo y la injusticia, que juega sucio
y encubre lo putrefacto, lo que necesita es un saneamiento
moral como está sucediendo en estos momentos en buena parte
del mundo. No puede darse una sociedad inclusiva cuando las
mismas ruedas del poder separan los suyos de los otros.
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