Fue un martes de abril cuando se
produjo el nacimiento de este periódico. De lo cual hace ya
catorce años. Nació en circunstancias muy adversas. Y esas
circunstancias tan negativas eran conocidas por su
propietario. Y es que éste sabía sobradamente que tendría
que eludir las muchas trabas que le pondrían para tratar de
echarle abajo la empresa que había acometido con las mayores
ilusiones.
Conocía el editor cómo varios periódicos habían ido doblando
la cerviz, unos tras otros, ante las maniobras torticeras de
quienes se negaban a admitir la presencia de otro medio
escrito en la ciudad. Y, tras las consiguientes
humillaciones, no les cabía a los emprendedores otra
solución que rendirse ante la evidencia del poder
intimidatorio que mostraban cuantos querían seguir
manteniendo el monopolio de la prensa escrita.
Mas el editor de ‘El Pueblo de Ceuta’ fue capaz de sortear
todos los obstáculos. Y lo hizo con pulso firme y sin perder
la calma ni siquiera en momentos decisivos para la vida de
una Ceuta que, sometida a los embaucamientos del GIL,
castigaba severamente a cualquier medio que no se pusiera a
las órdenes de Sampietro y los suyos.
Semejante actitud, mantenida por varias razones, contó con
una muy principal: la voluntad de José Antonio Muñoz
por servir a su pueblo. Una voluntad de servicio que ha sido
valorada por la Casa de Ceuta en Barcelona. Al concederle
por unanimidad de su junta directiva la distinción de
‘Caballa del Año 2009’.
Un galardón que ha sido recibido en esta Casa con la alegría
de quienes pertenecen a ella, desde hace poco tiempo, y el
regocijo de cuantos llevamos años implicándonos diariamente
en que se haga posible el crecimiento del medio en todos los
aspectos.
Pero conviene resaltar ante todo, y por encima de todo, que
el premio que la Casa de Ceuta en Barcelona concede a este
periódico es, sin duda, el premio que merece su editor. Por
haber sido capaz de acometer una empresa que hace catorce
años parecía una locura.
Y lo dice quien escribe, conocedor de cómo se las gastaban
los enemigos de que en esta tierra plantaran sus raíces
cualesquiera periódicos. Y a los hechos me remito: ningún
otro medio de papel consiguió salir ileso de las
persecuciones.
Por lo tanto, el próximo sábado, cuando en el Hotel Plaza
Barcelona, escenario del acontecimiento, se le haga entrega
a José Antonio Muñoz del galardón que la Casa de Ceuta en
Barcelona le ha concedido, y por más que el editor sea
persona que sabe dominar sus emociones, tengo la completa
certeza de que los sentimientos le ganarán el pulso.
Aunque ese reconocimiento, tan merecido, le servirá de
acicate para seguir trabajando duramente en un medio que ha
sido capaz de aguantar todos los embates recibidos para
hacerle naufragar. Una tarea que sólo puede ser apreciada
por quienes tienen experiencia en los medios de esta ciudad
desde hace más de dos décadas.
En Barcelona estaré, si el tiempo u otra causa de fuerza
mayor no me lo impiden, para festejar ese momento a la vera
de José Antonio Muñoz y de su hijo, Ángel, con los
que difiero cada dos por tres, pero con quienes mantengo
unos lazos de amistad que nos hacen olvidar muy pronto
nuestros desencuentros.
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