Se llevó a cabo, no podía ser de
otra forma, por la Guardia Civil y con este van ..., cientos
de rescates a personas que por hambre, por miedo a lo que
hay en sus países, o por la búsqueda de “EL DORADO”, en un
gran número de ocasiones , se quedan cortados, a mitad de
camino, con lo que su final está en el milagro, como en este
caso, o en la muerte que tantas veces se ha dado.
En este caso, y hay que valorarlo, también, coordinada con
las autoridades marroquíes, una embarcación del Servicio
Marítimo de la Guardia Civil tuvo que realizar una operación
de rescate en aguas del vecino país, en la antigua
Ballenera.
La operación era de vida o muerte, estaba en juego el
rescate de cuatro inmigrantes subsaharianos que luchaban con
el mar a bordo de una balsa neumática.
Las necesidades tienen que ser grandes, la angustia por la
que tienen que estar pasando, debe ser insostenible para
lanzarse al mar, en un auténtico juguete que va a estar
durante horas, días o, incluso, semanas a merced del mar,
con buen tiempo y a merced del milagro, casi siempre.
En este caso, los cuatro inmigrantes subsaharianos se
debatían con el mar muy picado, además de con un fuerte
viento de poniente que ponía en peligro, incluso, las
embarcaciones de más resistencia. ¿A dónde podían llegar
estos “desheredados” en aquel “barquito de papel”?.Si somos
sinceros, a ninguna parte.
Por las informaciones que nos han llegado, la Gendarmería
Real marroquí, desde tierra, veía como una balsa con
inmigrantes, muy cerca de la costa, pasaba apuros para
mantenerse, pero ellos no tenían posibilidades de
interceptarlos. Estos inmigrantes, pues, estaban a merced
del mar o a la espera de que la Guardia Civil pudiera
rescatarlos.
Y para este rescate y para salvarles la vida, ahí volvió a
estar la Guardia Civil, una vez que fue alertado el Servicio
Marítimo español de este cuerpo, con base en Ceuta.
Todo estaba visto, desde el otro lado de la frontera, por lo
que la Guardia Civil entró en su terreno, al ver que la
única forma de salvar a aquellos inmigrantes era su
intervención. La embarcación de la Guardia Civil entró en
aguas de Marruecos, procedió al rescate de los inmigrantes
que estaban casi helados de frío, en una embarcación “rumbo
a no sé donde”, porque no eran capaces de separarse mucho de
la costa. Se vivía la tragedia.
Y es algo que se repite muchas veces, una esperanza que
existe en el corazón de muchas gentes, una esperanza que se
olvida, que no llega a asimilar el miedo a la muerte,
posiblemente porque vivir en las condiciones, en las que
viven muchas de estas personas, es la peor de las muertes,
es estar en vida metidos en el infierno, del que pretenden
escapar, por el medio que sea, incluso en una balsa
infantil, en la que apenas caben y la que, a duras penas,
puede aguantar la primera embestida del mar, especialmente
si hay un poco de viento.
Y tras el rescate, lo mismo de siempre. El traslado al
Puerto Deportivo, a la base de la Guardia Civil, donde
esperaban las ambulancias para trasladar a estos inmigrantes
al hospital.
Tratamientos de hipotermia, reacción favorable y, a
continuación, otros cuatro inmigrantes más para el CETI.
Esto es lo que hay a cada instante. Ceuta tiene un apartado
más en sus presupuestos. Sus gastos, con la inmigración, no
hay que dejarlos de lado.
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