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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 11 DE NOVIEMBRE DE 2009

 

OPINIÓN / EL OASIS

El periodismo local es peligroso
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Leo una entrevista de Gervasio Sánchez, periodista curtido en las más cruentas guerras, a quien le han concedido el Premio Nacional de Fotografía del año 2009. Gervasio, que lleva muchos años prestando sus servicios en ‘El Heraldo de Aragón’, nos dice que ha pasado por todas las etapas del fotógrafo de prensa: desde el callejeo trashumante de los comienzos hasta jugárselo todo a una carta en una guerra cuando la edad le dio forja para afrontar el reto.

El territorio donde Gervasio ha desarrollado su obra es la denuncia. Se considera, pues, un buscador de historias. Y destaca, sobre todo, su interés por indagar en las desapariciones de gente por cuestiones políticas. De modo que su valor, más bien el mucho valor de este profesional nacido en Córdoba, está más que reconocido.

No obstante, Gervasio no ha dudado en asegurar que es “más peligroso el periodismo local que el que entendemos por aventurero”. Que no deja de ser el suyo. En suma: que nuestro hombre prefiere mil veces colocarse en primera línea en guerras como las de Angola, Irak, Bosnia... que obtener fotografías comprometedoras de alcaldes, concejales, diputados o presidentes autonómicos.

Las declaraciones del premiado han dado pie a que algún que otro columnista reputado le haya dado la razón. Basándose en lo que siempre hemos dicho siempre: escribir es difícil, sin duda. Pero mucho más difícil es hacerlo en provincias o en ciudades pequeñas. Porque no es la primera vez que alcaldes o presidentes autonómicos, por el mero hecho de ser alérgicos a las críticas, ponen sus cinco sentidos en ver de qué manera pueden adelgazar la cuenta de resultados de los medios próximos y qué decir a lo que se exponen los opinantes más díscolos o menos complacientes con el poder.

Yo recuerdo cómo un presidente consiguió que a mí me llamara un día el propietario de un medio y me dijera que a partir de ese momento no podía decir ni pío de las actuaciones de aquel baranda que se creía destinado para acometer grandes empresas. Un tío que alardeaba de haber nacido ungido para vestir el cargo mejor que nadie. Y, desde aquel momento, pasé a la sección de deportes.

Mas pronto, y sin que yo tuviera que invocar a ningún santo, tuve la oportunidad de sentarme a la mesa junto al dictador de pacotillas, por primera vez, y gocé de la oportunidad de recordarle que se fuera preparando para dejar el cargo. Vamos, que le quedaba nada y menos para seguir deleitándonos con esas maneras de líder que él se achacaba sin el menor pudor. Y, aunque el rencor nunca ha podido conmigo, no hace falta decir que en esa ocasión me lo pasé en grande.

Y ocurrió, por supuesto, que mi censor pasó con celeridad al ostracismo. Y, aunque luego hube de soportar sus lamentos durante meses, semejante situación me ayudó a comprender por qué aquel sujeto era como era: porque carecía de valía personal.

Así que no me extraña que Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía, por ser un intrépido periodista de prensa, tenga las ideas tan claras: “Es más peligroso el periodismo local que el que entendemos por aventurero”. Y no hay más vuelta de hoja. Aunque siempre nos quedará el consuelo de ver a los dictadores llorando por los rincones. Algo es algo...
 

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