Es el titulo variante de Ingeniero
de Canales, Caminos y Puertos, por la descripción que puedo
tener de llevar una libreta y un boli, para ir apuntando
todo lo referente al Hospital Universitario, el pasado mes
hice la ruta a las ocho y pico de la mañana, la
Ciudad,Fomento, el MOPU, la Delegación tienen que poner
manos a la obra, para adecentar toda la Carretera desde lo
que es la Iglesia de la Virgen del Carmen en adelante, el
asfalto, la señalización, la iluminación nocturna, el
acerado, las areas de descanso, los desvíos y hacer más
ESPAÑOLA Y EUROPEA toda la zona de acceso y delimitación
para el Hospital.
Esta utlima apreciación es para que no tenga ese aire
tercermundista, a esa ocho y pico de la mañana, al hacer el
giro de curva que parece “El dragoncito” de la Feria por el
vertigo que hace la curvita, es que a una señora musulmana
se le caló el coche en plena cuesta, se nos hizo una cola de
unos treinta coches, hago el despliegue civico y operativo
de llamar al 112, unos señores musulmanes, que iban detrás
hacen un esfuerzo de empujar el coche para intentar sacarlo,
pero el peso del vehículo, la cuesta empinada , vamos que no
había manera humana de sacar el coche, se va haciendo más
grande la cola, y empiezan a sonar los claxon y el
nerviosismo, llamo al 080, a la sazón Guardia Civil que está
a dos palmos en la Frontera, sobre todo si sale el Sargento
del Cuerpo, como me salió el año pasado en Septiembre, casi
volando como Van Helsing de madrugada en medio de la
carretera sin peto de señalización.
El 080 ha pasado al 112, y ya apareció un Patrol de la
Benemérita, se consigue sacar el vehículo de la joven, toda
la pobre en medio de una histeria, y los Agentes empiezan a
coordinar el tráfico, miedo y pánico da que pensar cuando
tengamos en el cogote una ambulancia con la sirena a toda
marcha, en un atasco de estos, porque la cuesta empinada ES
DE UN SOLO CARRIL, o un coche con los TITOS, con los
intermitentes puestos como van lanzados por la Marina, con
una urgencia a cuestas, vamos se bajan y nos matan a todos
allí mismo... Al llegar a la altura del Centro Hospitalario,
la nota pintoresca y graciosa, los subsaharianos con un peto
naranja puesto y un silbato dirigiendo el cotarro del
aparcamiento, cuando llegas a la altura de esa descomunal
explanada de unos cuatrocientos metros, me dicen el tema de
unas marquesinas, al estilo de la Estación Marítima de
Algeciras, que te protege desde el embarque hasta la sala de
aduanas.
Personas impedidas, sillas de ruedas y malestar general,
cogeran una pulmonía cuando empiecen las lluvias a hacer
acto de presencia, asunto aparte de que las ambulancias no
caben en el tunel, o de habilitar un carril de asistentes al
Centro, por el garaje. Algunos médicos me comentan, la
sensación de ahogo y tristeza, que les produce de una
instalación sin vistas a la calle, ni la claridad que tiene
el Hospital Cruz Roja. Otra historia aparte, la que sufrí de
regreso al centro, de todo este maremagnum que se formó para
una simple consulta, me traje una descomposición gramatical,
que la tuve que adornar con el trafico de Martinez Catena,
con esos pasos de Cebra, que de noche son la boca del lobo,
al final cuando aparqué en el centro, desde el hospital, por
esos accesos, esos caminos, daba veinte euros por un inodoro
celestial y divino, llegaba muerto, como decía el Aragón, al
terminar la faena , “estoy vivo y de milagro”.
|