Pasada la medianoche, el bar se
encuentra a tope y la atmósfera interior contiene tantos
nitratos que encender una cerilla prende fuego a todo el
recinto.
Me toca el hombro alguien, mientras sorbo un poco de Jack
Daniel’s, y al volverme me encuentro con una morenaza de
cuidado. Pelo casi rapado, cara rasgada con pinturas
pueriles, ojos como almendras y escote de vértigo.
No la conozco de nada. Simplemente me ha pedido fuego para
su cigarrillo. Vuelvo con el Daniel’s.
Ignoro si será una terrorista con pretensiones de producir
una catástrofe incendiaria.
Para que se fíen de los moros. El primero: el mandamás del
vecino, al otro lado de la frontera, que ni grano de arena
dejará suelto.
Para que se fíen de los moros. Oficial, de religión
musulmana, del ejército estadounidense que se carga a
compañeros porque su religión le impide luchar contra sus
hermanos.
Se contradice, esa religión, cuando se pelean en plan Rambo
entre ellos. ¿Qué no?, que lo digan los de Hamás y el resto
de palestinos.
Palestino tenía que ser el oficial del ejército
norteamericano. Pudo más ese grande Alá que el juramento que
realizó para entrar en el ejército más poderoso del mundo,
más criminal también.
Una religión que no tiene vuelta de hoja cuando se trata de
efectuar lavados de cerebros descentralizados.
Mujer musulmana apaleada por no llevar velo, embarazada por
más señas, en pleno pueblo de los dominios de don Quijote.
Imponen su ley religiosa en donde les vengan en ganas. Así
nos luce el pelo, como el de esa mujer que me pidió fuego.
Estoy por la no aceptación de musulmanes en nuestro
ejército. El Sáhara, antigua provincia española, es el coste
que tuvimos que pagar por la aportación mora a la
destrucción de nuestro país, de miles de vidas humanas y de
la democracia en aquella desgraciada guerra entre españoles.
Deuda que los musulmanes no suelen perdonar nunca.
Así irán cobrándose, poco a poco, todo. Absolutamente todo.
Para eso están en el mundo.
Están comparando a los suicidas musulmanes con los kamikazes
japoneses.
Entretanto, Barak Hussein Obama aplaza su visita al Japón
para rendir tributo a los asesinados por el oficial musulmán
de su propio ejército.
Pasemos a local.
Mala praxis la empleada por el gobierno ceutí con el intento
de desviar la atención hacia esa pareja del supuesto vídeo
en Youtube.
En vez de centrarse sobre el caso Gordillo. Que es más que
gordillo. Es gordo.
Los peperos son famosos por sus cortinas de humo. Y por sus
intentos de cargar el muerto, los muertos, al presidente del
Gobierno estatal. Como si Rodríguez Zapatero fuera el
culpable directo de los secuestros marítimos. ¿Son
musulmanes esos piratas somalíes?
Obviamente son de un partido donde la disciplina impera
sobre la democracia. Es un partido autoritario donde
cualquier desliz en contra es castigado duramente. Se
parecen a los fundamentalistas musulmanes. Que conste.
Un partido donde ponen el esparadrapo en la boca de sus
propios militantes no es un partido democrático. Es un
cuadro fascista.
Como el del Berlusconi que se pasa por donde salva sea la
parte las normativas democráticas de la Unión Europea, en
referencia a los crucifijos.
Huele a chamusquina. Miro alrededor y el bar sigue ahí. Del
Jack Daniel’s sólo queda una gota. La apuro. Pido otro.
La morena de pelo casi rapado vuelve a acercárseme. Me pide
que la invite. Le digo que no.
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