El tratamiento de la enfermedad mental en Ceuta se ha
convertido en un proceso excesivamente simple: el paciente
acude al médico de cabecera y este lo deriva al psiquiatra
de la única unidad de salud mental de que dispone la ciudad.
El psiquiatra le hace un diagnóstico, le receta un
medicamento y, sólo en el caso de que presente un cuadro
clínico realmente grave se le ingresa en una de las dos
habitaciones para agudos con que cuenta el hospital. Allí
permanece, a lo sumo, cuatro días. Y regresa a casa.
En la descripción de esta situación ya se han referenciado
prácticamente todos los recursos disponibles para la
atención a la enfermedad con que cuenta la ciudad. Con la
excepción del apoyo que presta la Asociación de Familiares y
Pacientes con Enfermedad Mental (Acefep), que nunca es de
carácter sanitario.
La unidad de salud mental se encuentra en el centro de salud
de Otero y cuenta con dos psiquiatras, dos psicólogos y un
enfermero, siempre en permanente coordinación con Acefep.
Con estos recursos debe atenderse a un 12,5 por ciento de
población que padece alguna afección mental. Un uno por
ciento sufre esquizofrenia.
Como medida excepcional, y para los casos extremadamente
graves, la Ciudad tiene concertadas dieciséis plazas en el
Hospital Psiquiátrico San Francisco de Asís de Málaga. Una
fórmula que no convence a unos familiares que tienen a
menudo la sensación de que están abandonando a sus seres
queridos en un recóndito manicomio.
Como explica la gerente de Acefep, Ana Belén Núñez, Ceuta
carece de recursos esenciales como los centros de día, los
de rehabilitación, los ocupacionales o los pisos tutelados.
“El problema es que no sabemos ya a quien compete dotarnos
de estos recursos, si a la Ciudad Autónoma o al Imserso”,
apuntó la también psicóloga.
En Acefep se presta un apoyo básicamente social, pero no es
centro de rehabilitación ni de atención sanitaria.
“Afortunadamente, algunos pacientes sólo necesitan
orientación laboral y asistencia social, y entonces podemos
derivarlos a otros centros no específicos para personas con
enfermedad mental”, se consuela Núñez.
La ausencia de recursos deriva muy a menudo en situaciones
trágicas como las de personas encerradas en casa y cuidadas
por sus madres, a veces de avanzada edad. Otras con
afecciones graves que ni siquiera tienen domicilio fijo
donde vivir. Pacientes con 90 años a quienes ya no les
quedan parientes que cuiden de ellos.
Por eso para Ana Belén Núñez es muy importante habilitar
espacios donde puedan estar estas personas. Pisos tutelados
donde alguien se en cargue de vigilar que estas personas
comen, se lavan, se toman su medicación. En definitiva,
alguien que les ayude a organizarse su quehacer diario por
su propia cuenta.
Acefep hace tres años que se ocupa de ochenta familias en
las que algún miembro padece una enfermedad mental. Pero su
capacidad de respuesta es muy limitada.
El otro gran caballo de batalla de los pacientes con
enfermedad mental y sus familiares es ahora poder acogerse a
la nueva Ley de Dependencia.
Al tratarse de una normativa de aplicación gradual, los
pacientes con enfermedad mental han debido esperar a que se
atienda primero los casos de gran dependencia, personas
prácticamente postradas en una cama que necesitan de la
ayuda de otra para la más insignificante de las actividades
cotidianas. Superada esta fase en la aplicación de la ley,
parece que es ahora cuando se están abordando las
situaciones de dependencia de las personas con enfermedad
mental. “La Ley de Dependencia es una gran ley, pero
necesita financiación”, apunta la gerente de Acefep.
Mientras tanto, los ceutíes que padecen algún trastorno
mental deben arreglárselas con la sucinta relación de
recursos disponibles que se ha venido dibujando. Un agravio
comparativo con el resto de España. “Tengo mucha envidia de
Murcia, Extremadura o Asturias”, concluye Núñez.
|